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LAGUNILLA: Suscribo, en general, tu punto de vista. A ver si se...

Lamentándolo, no concibo que la gente tenga, según en qué foros, que dejar de habar de determinados asuntos. Muchas veces he escuchado: “no debe hablarse de política, de religión o de fútbol! Al parecer, algunos entienden que hablar o escribir de estas cuestiones es abrir un melón que puede generar conflicto entre las partes que intervienen en un debate y, seguramente, según en qué ámbitos o con qué personas se debata, así puede ser. No lo niego y ni lo oculto, tampoco rehúso tratar el tema.
Es algo que se produce con excesiva frecuencia y, lo mismo que hacen algunos aquí, también se hace en otros lugares y ámbitos.
A estos efectos, recuerdo una clase de Sociología en la que el profesor explicaba una gráfica del CIS sobre la evolución, desde 1996 hasta nuestros días, de la satisfacción de los españoles sobre la política de nuestro país y en la que se apreciaban los distintos dientes de sierra –al alza y a la baja- y donde se preguntaba a los alumnos sobre los acontecimientos que habían podido influir en los trazos más sobresalientes y llamativos. Los alumnos enumeran una serie de acontecimientos por ellos vividos: elecciones generales, cambios de gobierno, accidente del Prestigie, M-11, M-15, reformas laborales de 2012 y corrupción, ilusión por el final de bipartidismos, etc., etc.; en esa exposición de opiniones, toma la palabra uno de los alumnos para dirigirse al profesor y espetarle “que a clase no se viene a hablar de política…”. Además de dejar estupefactos a la mayoría; el profesor, que ya tenía su rodaje, tuvo que explicar que en la Universidad existía libertad y, que precisamente, la de Salamanca donde habían enseñado personajes de la talla de Fray Luís de León, Francisco de Vitoria, Unamuno, Pedro Dorado, Castro Prieto Carrasco, Tomás y Valiente, Tierno Galván y otros muchos defensores de la libertad, era precisamente el lugar oportuno para hablar y debatir sobre cualquier tema, incluido el político. Ni que decir tiene, casi la totalidad de los presentes aplaudieron.
Alguno, no nos sorprendimos por la inoportunidad del alumno. ¡A lo largo de los años hemos tenido experiencias similares!. A quien hablaba, según el tema, se le tachaba de “ateo”, “comunista” “facha” o “antipatriota”. En fin, quizás sea el miedo a ser tachado o censurado, lo que nos produce inseguridad y nos limita e impide conducirnos con la libertad que como ser socializados nos corresponde.
En cualquier caso, a cada cual le corresponde hacer su propia reflexión.

Suscribo, en general, tu punto de vista. A ver si se puede hablar y opinar sin ser tachado por la incultura de "ateo", "comunista", etc...

Un saludo. Fulgencio