“Los votantes nunca se sienten responsables de los fracasos del gobierno que han votado”
Alberto Moravia
Alberto Moravia
Hola Juan Antonio. Estoy de acuerdo con la frase, no sólo eso sino que -con frecuencia por lo que veo en amigos y conocidos- a pesar de quejarse de la trayectoria del gobierno, en este caso el PP para que andar con subterfugios, no sólo no se sienten responsables sino que vuelven a votarlo. No me gustan muchas cosas de Podemos, pero creo que ha sido positiva su aparición por varios motivos: recoge el descontento social, que es enorme; ha obligado a PP, PSOE, IU, CIU y PNV a mover ficha, a mojarse; ha ppuesto sobre el tapete los problemas reales de la gente y nuestras preocupaciones (paro, desahucios, rescate de bancos pero no de empresas o ciudadanos, corrupción). Pienso, y es mi modesta opinión, una más, que aquí en Castilla sería muy bueno que el PP recibiera un varapalo, llevan gobernado más de 20 años y a la vista está la situación de la comunidad, del mismo modo me pareció bueno el cambio en Extremadura, en Cataluña con el tripartito, en el País Vasco cuando gobernó Pachi López... y lo será en Madrid, en Andalucía, en Valencia, en Navarra, en Galicia...
Cuando los partidos se creen que el éxito repetido es una carta blanca para hacer lo que quieren sin pensar en los ciudadanos vamos mal. Podemos no habría surgido sino hubiéramos llegado al grado de corrupción, de derroche, de nepotismo, de amiguismo que vemos alrededor a diario, de sobrecostes en las obras públicas, de falta de responsabilidad. Cuando algo sale mal nadie pide perdón ni disculpas, no hay más que ver a la Espe en Madrid, varios de sus cargos de confianza están como están y ella se lava las manos y encima se vuelve a postular, ¡manda carajo! Hay varios portales con mapas de la corrupción y es sobrecogedor. La pena es que no hay listas abiertas y los partidos ponen a los que ponen sin dejarte decir que "A este/a sí pero a este/a no".
Por eso ojalá que Podemos y Ciudadanos y UPYD tengan buenos resultados y PP y PSOE se renueven y en vez de echar culpas a los demás se miren en el espejo, hace mucho que no lo hacen.
Cuando los partidos se creen que el éxito repetido es una carta blanca para hacer lo que quieren sin pensar en los ciudadanos vamos mal. Podemos no habría surgido sino hubiéramos llegado al grado de corrupción, de derroche, de nepotismo, de amiguismo que vemos alrededor a diario, de sobrecostes en las obras públicas, de falta de responsabilidad. Cuando algo sale mal nadie pide perdón ni disculpas, no hay más que ver a la Espe en Madrid, varios de sus cargos de confianza están como están y ella se lava las manos y encima se vuelve a postular, ¡manda carajo! Hay varios portales con mapas de la corrupción y es sobrecogedor. La pena es que no hay listas abiertas y los partidos ponen a los que ponen sin dejarte decir que "A este/a sí pero a este/a no".
Por eso ojalá que Podemos y Ciudadanos y UPYD tengan buenos resultados y PP y PSOE se renueven y en vez de echar culpas a los demás se miren en el espejo, hace mucho que no lo hacen.
Estoy de acuerdo Miguel, quizás la Naturaleza es sabia como dicen; e igual que roma tuvo a los hunos con su Atila, el desmadre de nuestra sociedad tendrá a Podemos de Iglesias. No todo lo que parece que son será (de eso ya lo hemos visto con otros partidos en los largos años de democracia que llevamos a la espalda) y, como no puede ser de otra manera, debemos integrar nuestra confianza y probar nuevas alternativas sin temor; el pueblo ¡gracias a Dios! empieza a madurar y ahora es el momento de darnos una sociedad dinámica que nos satisfaga a todos. Cuando el pueblo tiene satisfacida sus primeras necesidades, poco le importa las fortunas que otros disfruten. Una vida digna para todos es la clave. Saludos
Hola Pedro. ¡Cuánto tiempo! Ya he sabido de tus viajes, por el foro. Volviendo sobre Podemos y demás partidos la verdad es que al menos se ha revuelto, en el buen sentido, el panorama y al menos se habla, hay cierta ilusión, quizá temor en otros, y parece que quizá haya más participación en las elecciones. Tengo conocidos de PP y PSOE, militantes algunos, otros con cargos, y cada vez que hablamos de estas formaciones nuevas les cuesta reconocer que, si han surgido, ha sido en parte por su fata de respuesta a los problemas de la sociedad, de haber puesto por delante de las personas a la macroeconomía, de no reconocer que han puesto un rasero para los de a pie y otro para los directivos de las cajas, los políticos que han medrado a su alrededor, que ninguno pide disculpas o reconoce que se han equivocado salvo, salvo... que se hable de otro partido. Entonces sí dicen que algo se hizo mal e incluso se exigen responsabilidades, pero si se habla del suyo cambia mucho la exigencia. Quizá de todo esto salga algo positivo pero hay una cosa que no me gusta: no tienen interés por las listas abiertas, tipo senado, con lo bueno que sería. Estoy seguro que más de uno votaría a personas de distinto partido si pudiera, que quizá prefiera al cuarto de la lista en vez del primero, que igual hay alguno con poder en el partido pero que los ciudadanos sabemos que está hasta las cejas de mierda y corrupción... les da miedo que los ciudadanos elijamos. Ese es el problema ¿y si yo no salgo? seguro que alguno se lo pregunta. La contestación ya se la ha dado él mismo. En fin, mirando siempre el vaso medio lleno, siempre confiando en que las cosas pueden mejorar y votando, en mi opinión hay que votar, cuando no votas todos dicen que ese voto era para ellos por esto o por lo otro. Amén, como hace mucho que no participaba me he pasado. Espero que nadie se sienta molesto por mis palabras, creo que no son hirientes pero... si a alguien le parece así que me disculpe, son una opinión más.
Las listas abiertas siempre las proponen los que están en la oposición. Una vez llegados al poder se olvidan de lo prometido. Por eso me niego a votar. Lo único que hacemos cuando vamos a votar es dar carta de naturaleza a lo que pueden haber decidido cuatro amiguetes, que se ponen los primeros y dejan para los demás el triste papel de hacer de relleno esperando mejores tiempos. DEMOCRACIA DIRECTA YA.
Hola. No sé quien eres y no suelo entrar en conversaciones de políticas así, por escrito, porque a veces surgen malentendidos, que el tono de la conversación cara acara evita. Pero no puedo resistirme a hacerte una pregunta ¿qué entiendes por democracia directa? ¿cómo se gestionaría? No hablamos del concejo abierto de un pueblo de estos nuestros donde se juntan los vecinos y podría hacerse algo parecido a una asamblea. ¿Cómo se haría entonces?
Por lo que las encuestas nos dicen, vamos a una cámaras legislativas –no importa mucho el ámbito, aunque el central nos afecta a todos- con muchos grupos políticos –más de uno, sin posibilidad de formar grupo propio- y ninguno con suficientes diputados para sumar la mitad más uno que permita tener la mayoría de los 350 que conforman el pleno del Congreso; lo cual, si se quiere gobernar obligará a pactar entre los distintos grupos.
¿Esto es positivo o negativo? Pues depende. Siempre que haya voluntad de entendimiento y no de imposición de los postulados o propuestas maximalistas de cada uno de ellos y permitan sacar adelante las propuestas legislativas que hagan gobernable el país será bueno; pero si por el contrario, cada cual se encastilla en las suyas y no ceja en sus exigencias y se produce inestabilidad en el gobierno y nos aboca a elecciones anticipadas cada dos por tres, puede que no lo sea tanto.
Alguien dirá que en Italia, por ejemplo, llevan así toda la vida y el país sigue adelante. Y no le faltará razón; pero parodiando a un ex primer ministro de España, habría que decir “que seríamos como Italia, pero sin italianos” y, por lo tanto, esto es harina de otro costal. En cualquier caso, experimentemos y se verá…
Hay quien reclama democracia directa, listas abiertas, etc. Muy bien, opino que todo ello se puede hacer; eso sí, no sin riesgos y con el consiguiente coste.
Cuando se habla de democracia directa del mundo antiguo –y la de Atenas en particular- se tiende a destacar de ella la existencia de una Asamblea Popular (Ekklesia) en la que el pueblo reunido ejercía el poder. Eran los ciudadanos, directamente, los que se congregaban para tomar sus propias decisiones políticas, detentando al mismo tiempo la titularidad y el ejercicio del poder.
Una parte de los sociólogos de la política intuyen dificultades varias, incluso afirman: “ que una democracia directa completa es imposible en nuestro días al menos en el ámbito nacional de la política pero que, sin embargo, una democracia representativa pude contener más o menos mecanismos que permitan la participación ciudadana directa en la dinámica política de un país”
Argumentan sobre la responsabilidad del individuo aisladamente, pasando por la necesidad de comprensión de los distintos temas propuestos, del estudio de los mismos, de los debates públicos, de la capacidad de proponer e interpelar para cada individuo, sobre la forma de votar su aprobación –urna o mano alzada-, elección de candidatos para implementar lo aprobado y como serían elegidos (sorteo, antigüedad, votación, paridad de género, etc.), mandato imperativo, consultar o no TODOS los asuntos o solo los de especial transcendencia, referéndums, plebiscitos, revocación de los elegidos por causas sobrevenidas, etc.; obviamente, a nadie se le escapará el tiempo que se necesitaría en todo el proceso y, por supuesto, el gasto económico que todo ello representaría; no desmereciendo, en ningún caso, la implicación necesaria de todos y cada uno de los ciudadanos.
En descargo del tiempo y gastos, habría que añadir la existencia de soluciones que hace unos años ni soñábamos: los TICs. Hoy el proponer, debatir, votar y un sinfín de cosas pude hacerse a través de estos medios, el problema: no todos los conocen y manejan; amén de que tampoco están exentos de manipulaciones por la falta de seguridad total.
Reunidos todos esos elementos, nos falta un líder, una élite y, como todos nos podemos ser, no damos la talla o simplemente nos resbala todo esto; alguno o algunos, son o serán quienes agiten el patio y, en esto como en otros asuntos de la vida, no se puede ir por libre o plan francotirador; es necesario agruparse y organizarse; elaborar unas normas de funcionamiento y acatarlas.
Este camino ya lo ha recorrido la humanidad. Son miles de años de práctica, si bien es verdad, que la democracia no era como la actual, puesto que se partía de diferencia de derechos en función de ser ciudadano o esclavo, hombre o mujer, tener rentas o no tenerlas…
Sobre democracia directa hay experiencia, aunque sea a nivel reducido, caso de algunos lugares de los Estados Unidos (California) o en muchos de los 26 cantones suizos. Incluso, en Suiza cuando hay elecciones para elegir representantes a tal o cual órgano se pregunta a la gente sobre cosas concretas que les atañen.
La democracia nunca está completa, no puede parar de profundizarse y desarrollarse. Un sistema democrático que permanezca estático y sin cambios degenerará y se convertirá en antidemocrático.
La democracia puramente representativa se corresponde a aspiraciones que se remontan a más de un siglo, donde la gente era capaz de encontrar sus ideales políticos en pequeños grupos de creencias humanas y sociales, encarnados por grupos conservadores o liberales, democristianos o socialistas… Este tiempo pasó. Ahora las ideas y juicios de la gente se han convertido en algo más individualizado.
La gente ahora quiere una democracia donde se tenga en cuenta una serie de principios, que siempre se definieron en democracia, pero que muchas veces se olvidan:
El principio de participación (no hay autoridad por encima del pueblo), el referéndum, el plebiscito, de igualdad, el de derecho de iniciativa popular, el de mayoría, el del mandato, el de petición.
Y por supuesto, como diría el ex presidente Uruguayo José Mújica: “Hay gente que adora la plata y se mete en la política, si adora la plata que se meta en el comercio, la industria, que haga lo que quiera, no es pecado, pero la política es para servir a la gente. A los que les gusta mucho la plata hay que correrlos de la política, son un peligro”.
En otro momento comentaremos algo sobe las listas abiertas, aunque sobre las posibilidad de desbloquearlas ya hay un pronunciamiento del nuevo líder socialista.
¿Esto es positivo o negativo? Pues depende. Siempre que haya voluntad de entendimiento y no de imposición de los postulados o propuestas maximalistas de cada uno de ellos y permitan sacar adelante las propuestas legislativas que hagan gobernable el país será bueno; pero si por el contrario, cada cual se encastilla en las suyas y no ceja en sus exigencias y se produce inestabilidad en el gobierno y nos aboca a elecciones anticipadas cada dos por tres, puede que no lo sea tanto.
Alguien dirá que en Italia, por ejemplo, llevan así toda la vida y el país sigue adelante. Y no le faltará razón; pero parodiando a un ex primer ministro de España, habría que decir “que seríamos como Italia, pero sin italianos” y, por lo tanto, esto es harina de otro costal. En cualquier caso, experimentemos y se verá…
Hay quien reclama democracia directa, listas abiertas, etc. Muy bien, opino que todo ello se puede hacer; eso sí, no sin riesgos y con el consiguiente coste.
Cuando se habla de democracia directa del mundo antiguo –y la de Atenas en particular- se tiende a destacar de ella la existencia de una Asamblea Popular (Ekklesia) en la que el pueblo reunido ejercía el poder. Eran los ciudadanos, directamente, los que se congregaban para tomar sus propias decisiones políticas, detentando al mismo tiempo la titularidad y el ejercicio del poder.
Una parte de los sociólogos de la política intuyen dificultades varias, incluso afirman: “ que una democracia directa completa es imposible en nuestro días al menos en el ámbito nacional de la política pero que, sin embargo, una democracia representativa pude contener más o menos mecanismos que permitan la participación ciudadana directa en la dinámica política de un país”
Argumentan sobre la responsabilidad del individuo aisladamente, pasando por la necesidad de comprensión de los distintos temas propuestos, del estudio de los mismos, de los debates públicos, de la capacidad de proponer e interpelar para cada individuo, sobre la forma de votar su aprobación –urna o mano alzada-, elección de candidatos para implementar lo aprobado y como serían elegidos (sorteo, antigüedad, votación, paridad de género, etc.), mandato imperativo, consultar o no TODOS los asuntos o solo los de especial transcendencia, referéndums, plebiscitos, revocación de los elegidos por causas sobrevenidas, etc.; obviamente, a nadie se le escapará el tiempo que se necesitaría en todo el proceso y, por supuesto, el gasto económico que todo ello representaría; no desmereciendo, en ningún caso, la implicación necesaria de todos y cada uno de los ciudadanos.
En descargo del tiempo y gastos, habría que añadir la existencia de soluciones que hace unos años ni soñábamos: los TICs. Hoy el proponer, debatir, votar y un sinfín de cosas pude hacerse a través de estos medios, el problema: no todos los conocen y manejan; amén de que tampoco están exentos de manipulaciones por la falta de seguridad total.
Reunidos todos esos elementos, nos falta un líder, una élite y, como todos nos podemos ser, no damos la talla o simplemente nos resbala todo esto; alguno o algunos, son o serán quienes agiten el patio y, en esto como en otros asuntos de la vida, no se puede ir por libre o plan francotirador; es necesario agruparse y organizarse; elaborar unas normas de funcionamiento y acatarlas.
Este camino ya lo ha recorrido la humanidad. Son miles de años de práctica, si bien es verdad, que la democracia no era como la actual, puesto que se partía de diferencia de derechos en función de ser ciudadano o esclavo, hombre o mujer, tener rentas o no tenerlas…
Sobre democracia directa hay experiencia, aunque sea a nivel reducido, caso de algunos lugares de los Estados Unidos (California) o en muchos de los 26 cantones suizos. Incluso, en Suiza cuando hay elecciones para elegir representantes a tal o cual órgano se pregunta a la gente sobre cosas concretas que les atañen.
La democracia nunca está completa, no puede parar de profundizarse y desarrollarse. Un sistema democrático que permanezca estático y sin cambios degenerará y se convertirá en antidemocrático.
La democracia puramente representativa se corresponde a aspiraciones que se remontan a más de un siglo, donde la gente era capaz de encontrar sus ideales políticos en pequeños grupos de creencias humanas y sociales, encarnados por grupos conservadores o liberales, democristianos o socialistas… Este tiempo pasó. Ahora las ideas y juicios de la gente se han convertido en algo más individualizado.
La gente ahora quiere una democracia donde se tenga en cuenta una serie de principios, que siempre se definieron en democracia, pero que muchas veces se olvidan:
El principio de participación (no hay autoridad por encima del pueblo), el referéndum, el plebiscito, de igualdad, el de derecho de iniciativa popular, el de mayoría, el del mandato, el de petición.
Y por supuesto, como diría el ex presidente Uruguayo José Mújica: “Hay gente que adora la plata y se mete en la política, si adora la plata que se meta en el comercio, la industria, que haga lo que quiera, no es pecado, pero la política es para servir a la gente. A los que les gusta mucho la plata hay que correrlos de la política, son un peligro”.
En otro momento comentaremos algo sobe las listas abiertas, aunque sobre las posibilidad de desbloquearlas ya hay un pronunciamiento del nuevo líder socialista.
En lo referido a las listas abiertas, tan de actualidad, y puesto que hay quien cree sería la panacea para acabar con el estado de corrupción que tanto ha degradado la vida moral y política de nuestro país, creo oportuno hacer algún comentario.
Actualmente la Ley de Régimen General Electoral fija el sistema de listas cerradas y bloqueadas, excepto para el Senado. Sin embargo, lo que actualmente impera en casi todos los ámbitos de opinión, es que esas listas sean desbloqueadas; es decir, que aun tratándose de listas que presenten los partidos, exista la posibilidad de que los electores señalen a quienes dan su voto y, en consecuencia, descarten a quienes no quieren. De esta forma, determinada gente que aparece en una lista, pueda ser descartado por corrupto o que exista presunción de serlo.
¿Pero cómo hacer esas listas o elegir a representantes políticos? Hay distintas formas. Solo citaré tres:
1. Elegir un solo escaño por distrito. En una única papeleta llena de nombres y apellidos, con las siglas o anagramas de los partidos, los electores señalan a un solo candidato. Como son varios para un solo escaño, lo que se produce es una competencia en cada proceso electoral y, por lo tanto, los electores eligen en función no solo de lo que ideológicamente representa, también se tiene en cuenta otras cuestiones: honradez, implicación con la problemática del distrito al que quiere representar, cercanía a cuerpo electoral, conocimiento, etc.
2. Relacionados en una especie de “sábana” todos los partidos que se presentan y sus respectivos candidatos. El elector, tiene opción de elegir una única lista con todos sus elegibles o señalar a distintos candidatos de diferentes siglas hasta completar la totalidad de elegibles para una zona o distrito.
3. Agrupaciones de Electores. Normalmente, se eligen a los candidatos mediante un proceso asambleario y, para poder constituirse, es necesario reunir un número variable de firmas de los inscritos en un censo electoral. Forman una candidatura para un proceso electoral concreto y determinado.
Hay más fórmulas, lo importante es que el elector tenga la posibilidad de elegir directamente al candidato que desea le represente.
Ahora bien, desde mi punto de vista, lo que actualmente tenemos en vigor según la LRGE y lo que se está proponiendo, a efectos de corrupción, puede ser tan positivo una forma, como la otra; sin obviar, que cada una de ellas también puede tener su parte negativa. Creo, que lo importante para acabar con la corrupción, no es la forma de elección de los representantes, lo ideal sería que los partidos políticos se limpiasen así mismos. Es decir, existieran los mecanismos para que los partidos no aceptaran en su seno personas corruptas.
El “quiero listas abiertas para poder tachar a los corruptos de una lista concreta”, implica reconocer y admitir que en una lista hay gente corrupta; lo cual, debe ser totalmente inaceptable. Por ello, entiendo, que lo más importante es no llevar en una lista gente corrupta y esto es lo que debe exigir el cuerpo electoral. ¿Cómo exigirlo? Castigando en las urnas a las siglas con corruptos, esta es la única solución. Lo cual, sin duda, nos lleva a la responsabilidad que cada ciudadano debe asumir como elemento socializado dentro de la comunidad y la imperiosa necesidad de que el elector tenga distintas posibilidades de elegir.
Los dos partidos mayoritarios se juntan y acuerdan pactos para acabar con la corrupción, pero en la realidad no hacen nada por eliminarla de su propio seno. Incluso, eufemísticamente, elaboran códigos éticos o de buenas prácticas, con la intencionalidad única de lavar su imagen, pero sin el propósito de apartar a dudosos y no tan dudosos. Sin citar a nadie, observamos, que proceso tras proceso, en las listas aparecen personas imputadas o próximas a la corrupción.
La gente, harta de la situación, durante el M-15 –en 2011- comenzó a manifestar su descontento. Durante semanas ocupó plazas y espacios públicos, se hicieron asambleas con infinidad de propuestas y se pidió cambio. Nadie en los partidos tradicionales se hizo eco de lo que públicamente se ponía de manifiesto. La situación se ha ido deteriorando y la audacia de los corruptos ha llegado a las altas instancias del Estado. No hay institución que no esté tocada. La degradación a la que se ha llegado ha hecho que la gente empiece a “pasar” de lo tradicional y se organice canalizando sus ideas por otros cauces.
La gente buscó otras alternativas; se ha organizado y pasa a la acción. Se hicieron otras listas bajo siglas nuevas, se reivindicó aquello que la gente pedía en el foro público y se sometió al veredicto de las urnas en las europeas del año pasado. El resultado, una formación de nuevo cuño y, otra que tenido carácter regional, pasa a extenderse al resto de España con serias posibilidades de enterrar el bipartidismo imperante.
Es deseable la existencia de nuevos partidos, con nuevas alternativas y propuestas; con nuevas gentes y nuevos talantes; con nuevos modos de hacer y sin historial negativo. Parece que ya los tenemos. Ahora, sería necesario se diera una verdadera competencia entre las distintas formaciones, y, como no puede ser de otra forma, para poder competir, tendría que existir igualdad de oportunidades entre quienes aspiran a ser elegidos.
Quienes obtengan un escaño tendrán mucho trabajo por delante para revertir la actual situación. Tendrán que implementar mecanismos de aviso en el sistema, para que no solamente quede el camino de denunciar; tendrán que democratizar los partidos por dentro (haciendo posible que dentro de cada partido, se pueda elegir entre uno y otros representantes); deberán despolitizar las altas escalas de la administración; deberán establecer más mecanismos de participación del cuerpo electoral, votar una vez cada cuatro años es insuficiente; tendrán que hacer efectiva la separación de poderes que caracteriza a todo sistema democrático; tendrán que existir unos medios de comunicación independientes del poder político y del económico; la justicia tiene que ser independiente y justa; el Estado debe garantizar algunas cuestiones básicas: Educación, sanidad, pensiones…
Actualmente la Ley de Régimen General Electoral fija el sistema de listas cerradas y bloqueadas, excepto para el Senado. Sin embargo, lo que actualmente impera en casi todos los ámbitos de opinión, es que esas listas sean desbloqueadas; es decir, que aun tratándose de listas que presenten los partidos, exista la posibilidad de que los electores señalen a quienes dan su voto y, en consecuencia, descarten a quienes no quieren. De esta forma, determinada gente que aparece en una lista, pueda ser descartado por corrupto o que exista presunción de serlo.
¿Pero cómo hacer esas listas o elegir a representantes políticos? Hay distintas formas. Solo citaré tres:
1. Elegir un solo escaño por distrito. En una única papeleta llena de nombres y apellidos, con las siglas o anagramas de los partidos, los electores señalan a un solo candidato. Como son varios para un solo escaño, lo que se produce es una competencia en cada proceso electoral y, por lo tanto, los electores eligen en función no solo de lo que ideológicamente representa, también se tiene en cuenta otras cuestiones: honradez, implicación con la problemática del distrito al que quiere representar, cercanía a cuerpo electoral, conocimiento, etc.
2. Relacionados en una especie de “sábana” todos los partidos que se presentan y sus respectivos candidatos. El elector, tiene opción de elegir una única lista con todos sus elegibles o señalar a distintos candidatos de diferentes siglas hasta completar la totalidad de elegibles para una zona o distrito.
3. Agrupaciones de Electores. Normalmente, se eligen a los candidatos mediante un proceso asambleario y, para poder constituirse, es necesario reunir un número variable de firmas de los inscritos en un censo electoral. Forman una candidatura para un proceso electoral concreto y determinado.
Hay más fórmulas, lo importante es que el elector tenga la posibilidad de elegir directamente al candidato que desea le represente.
Ahora bien, desde mi punto de vista, lo que actualmente tenemos en vigor según la LRGE y lo que se está proponiendo, a efectos de corrupción, puede ser tan positivo una forma, como la otra; sin obviar, que cada una de ellas también puede tener su parte negativa. Creo, que lo importante para acabar con la corrupción, no es la forma de elección de los representantes, lo ideal sería que los partidos políticos se limpiasen así mismos. Es decir, existieran los mecanismos para que los partidos no aceptaran en su seno personas corruptas.
El “quiero listas abiertas para poder tachar a los corruptos de una lista concreta”, implica reconocer y admitir que en una lista hay gente corrupta; lo cual, debe ser totalmente inaceptable. Por ello, entiendo, que lo más importante es no llevar en una lista gente corrupta y esto es lo que debe exigir el cuerpo electoral. ¿Cómo exigirlo? Castigando en las urnas a las siglas con corruptos, esta es la única solución. Lo cual, sin duda, nos lleva a la responsabilidad que cada ciudadano debe asumir como elemento socializado dentro de la comunidad y la imperiosa necesidad de que el elector tenga distintas posibilidades de elegir.
Los dos partidos mayoritarios se juntan y acuerdan pactos para acabar con la corrupción, pero en la realidad no hacen nada por eliminarla de su propio seno. Incluso, eufemísticamente, elaboran códigos éticos o de buenas prácticas, con la intencionalidad única de lavar su imagen, pero sin el propósito de apartar a dudosos y no tan dudosos. Sin citar a nadie, observamos, que proceso tras proceso, en las listas aparecen personas imputadas o próximas a la corrupción.
La gente, harta de la situación, durante el M-15 –en 2011- comenzó a manifestar su descontento. Durante semanas ocupó plazas y espacios públicos, se hicieron asambleas con infinidad de propuestas y se pidió cambio. Nadie en los partidos tradicionales se hizo eco de lo que públicamente se ponía de manifiesto. La situación se ha ido deteriorando y la audacia de los corruptos ha llegado a las altas instancias del Estado. No hay institución que no esté tocada. La degradación a la que se ha llegado ha hecho que la gente empiece a “pasar” de lo tradicional y se organice canalizando sus ideas por otros cauces.
La gente buscó otras alternativas; se ha organizado y pasa a la acción. Se hicieron otras listas bajo siglas nuevas, se reivindicó aquello que la gente pedía en el foro público y se sometió al veredicto de las urnas en las europeas del año pasado. El resultado, una formación de nuevo cuño y, otra que tenido carácter regional, pasa a extenderse al resto de España con serias posibilidades de enterrar el bipartidismo imperante.
Es deseable la existencia de nuevos partidos, con nuevas alternativas y propuestas; con nuevas gentes y nuevos talantes; con nuevos modos de hacer y sin historial negativo. Parece que ya los tenemos. Ahora, sería necesario se diera una verdadera competencia entre las distintas formaciones, y, como no puede ser de otra forma, para poder competir, tendría que existir igualdad de oportunidades entre quienes aspiran a ser elegidos.
Quienes obtengan un escaño tendrán mucho trabajo por delante para revertir la actual situación. Tendrán que implementar mecanismos de aviso en el sistema, para que no solamente quede el camino de denunciar; tendrán que democratizar los partidos por dentro (haciendo posible que dentro de cada partido, se pueda elegir entre uno y otros representantes); deberán despolitizar las altas escalas de la administración; deberán establecer más mecanismos de participación del cuerpo electoral, votar una vez cada cuatro años es insuficiente; tendrán que hacer efectiva la separación de poderes que caracteriza a todo sistema democrático; tendrán que existir unos medios de comunicación independientes del poder político y del económico; la justicia tiene que ser independiente y justa; el Estado debe garantizar algunas cuestiones básicas: Educación, sanidad, pensiones…
Cuando un político, tenga que dar la cara delante de los que le votan, habremos ganado algo. La solución: no difuminar su elección en distritos demasiado grandes; cuanto más pequeños, mejor; dividamos las provincias en zonas; los pueblos o ciudades en barrios; que el político en cuestión baje a la arena y se mezcle con sus posibles votantes; que por necesidad se tenga que sentir identificado con lo que pregona. Imaginemos que dividimos Lagunilla en siete barrios, uno por cada concejal, y que éstos fueran elegidos en confrontación directa; o tu o yo, nada de ir escudado en una lista cerrada, que por el mero hecho de ir en un determinado lugar, me da la opción de salir elegido, sin atender a los méritos que haya hecho para conseguirlo. Sé que Lagunilla no es el mejor ejemplo, por ser demasiado pequeño, pero imaginaros el juego que daría a nivel nacional. Te podrías presentar amparado bajo unas siglas o no. Tu nombre podría valer tanto como cualquier sigla. Las alianzas serían mucho más representativas; ya no se cambiarían los cromos tan fácilmente. En fin, bendita utopía.
Alguien me dijo una vez que si conocía alguno que estuviera envasando miel y no la hubiera probado nunca. Cambias miel por dinero, envasadores por políticos y ya tienes definida la corrupción. Ahora van a entrar nuevas formaciones. Veremos cuanto tiempo tardan en probar la miel. De todas formas lo que mosquea al personal no es tanto la corrupción, creo que es parte de nuestra genética (ya sé que alguno me va a decir que él paga todos los impuestos y yo le contestaría que por que no le queda más remedio), sino la impunidad de los corruptos. Siempre nos remiten a la justicia, pero a la justicia que se han moldeado a su gusto y ganas, totalmente ineficaz e incompetente. Que copien de los modelos anglosajones mucho más eficaces en tiempo y condena.
Alguien me dijo una vez que si conocía alguno que estuviera envasando miel y no la hubiera probado nunca. Cambias miel por dinero, envasadores por políticos y ya tienes definida la corrupción. Ahora van a entrar nuevas formaciones. Veremos cuanto tiempo tardan en probar la miel. De todas formas lo que mosquea al personal no es tanto la corrupción, creo que es parte de nuestra genética (ya sé que alguno me va a decir que él paga todos los impuestos y yo le contestaría que por que no le queda más remedio), sino la impunidad de los corruptos. Siempre nos remiten a la justicia, pero a la justicia que se han moldeado a su gusto y ganas, totalmente ineficaz e incompetente. Que copien de los modelos anglosajones mucho más eficaces en tiempo y condena.