A VECES
Son momentos de calma, sin intenciones fijas; esos en los que escribo por escribir, buscando en esas soledades que acompañan. Hoy me ha dado por examinar lo absurdo que parece el pasado, cómputos del tiempo en el que pierden fuerza los impulsos de antaño; los años nos vuelven apacible. Ya no, ya no nos molesta las reacciones que otros exhortan cuando nuestras distracciones al volante ocasionan ciertas molestias; un gesto desairado que nos hacen y, con una mirada sosegada, damos disculpas. A cierta edad se ruega empatía, tolerancia por parte de la gente que aún disfrutan de los cinco sentidos plenos. La galantería de aquellos que, en una caravana, permiten el espacio para que otros se incorporen a ella y no obstruyen el acceso. A veces, tan sólo a veces, sólo pedimos tiempo.
Son momentos de calma, sin intenciones fijas; esos en los que escribo por escribir, buscando en esas soledades que acompañan. Hoy me ha dado por examinar lo absurdo que parece el pasado, cómputos del tiempo en el que pierden fuerza los impulsos de antaño; los años nos vuelven apacible. Ya no, ya no nos molesta las reacciones que otros exhortan cuando nuestras distracciones al volante ocasionan ciertas molestias; un gesto desairado que nos hacen y, con una mirada sosegada, damos disculpas. A cierta edad se ruega empatía, tolerancia por parte de la gente que aún disfrutan de los cinco sentidos plenos. La galantería de aquellos que, en una caravana, permiten el espacio para que otros se incorporen a ella y no obstruyen el acceso. A veces, tan sólo a veces, sólo pedimos tiempo.