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LAGUNILLA: Algo que deben aprender los niños es que los actos,...

Algo que deben aprender los niños es que los actos, los hechos, tienen sus consecuencias que hay que aceptar solamente porque se presentan como inevitables. Los mayores antes de tomar una decisión, por lo general, estudian las consecuencias y valoran si las pueden asumir.
La diferencia entre unos y otros, es que los niños tienen todavía tiempo para aprender; obviamente, tienen que ser instruidos y conducidos por el camino del estudio y aprendizaje. En cambio, los mayores ya deberían haber aprendido –aunque durante toda la vida se está aprendiendo- lo que se debe o no; deberían distinguir entre lo conveniente y lo necesario. Sin embargo, entre los mayores, abundan quienes debieron faltar a clase el día que se estudió la importancia de las consecuencias, lo que nos lleva a pensar de ellos que su comportamiento es como el de los niños.
Todos estamos influenciados por los estereotipos, lo que en ocasiones nos lleva al desencuentro y falta de colaboración entre generaciones. Obviamente, el vandalismo, venga de donde viniere, es condenable. Ni todos los jóvenes son vándalos, ni todos los mayores mean agua bendita. En todas las generaciones hay gente sensata y gente que no lo es.
Siendo propio que las nuevas generaciones tienden, en todo tiempo y en todo el mundo, a conducirse de forma distinta a lo que los convencionalismos sociales imponen; también lo es que los más maduros tengan un pensamiento distinto y distorsionado de quienes llegan empujando y reclamando su lugar al sol.

Las cosas no se ven igual desde el suelo que desde un quinto piso. Desde abajo el territorio que se domina es menor y diferente al que se puede ver desde la altura. Lo que esté sucediendo seguramente es lo mismo para ambos espectadores, pero el punto desde el que lo están viendo es distinto, las apreciaciones y los detalles también. El relato de uno respecto al otro, seguro que diferente; no solamente por el punto de ubicación de cada uno de ellos, también por lo que les llega a través de los sentidos y la mente con sus facultades que nos permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad.

Es natural que quien nada tiene, nada tema perder; juega y arriesga con la esperanza de ganar. También es natural, que quien ya jugó y consiguió algo con esfuerzo y tiempo tenga temor a perderlo. Nada importa a este segundo individuo. Aunque se le certifique que va a ganar, que va a estar mejor. Nada ni nadie le hará cambiar, se encuentra cómodo como está, no siente necesidad de cambiar y no le da la gana realizar esfuerzo alguno. Los intereses de uno y otro son distintos, aunque no necesariamente, sean antagónicos. Lógicamente hay excepciones.