REFLEXIÓN
“Perdónanos Señor porque sí sabemos lo que hacemos.”
Vinimos a vagar por el mundo, luchando contra las adversidades de éste: el frío, el hambre y sus bestias; el miedo a lo desconocido y enfermos en nuestra propia conciencia. Débiles en la desventaja, ante los dioses del mejor talento; nos cuesta quitarnos la venda invidente, abrazar la luz del Amor (tu insignia) y darnos la oportunidad de esa sana misericordia que nunca nos llega.
Aún seguimos crucificándote Señor, no sé si es momento para que vuelvas; hablaste de amor, de perdón ante las ofensas; de un futuro en resurrección que pocas mentes comprendan. Cada cual lee los mensajes al modo que le convenga. Hoy, en mi plegaria, no hay fe viva; me temo que ya está muerta. Y, por eso, como oveja descarriada, clamo a mi buen pastor su guía, su antorcha y resistencia; la luz suficiente en mi senda. Sé que el camino es largo y accidentado en soledades hasta alcanzar la llama, el fuego de tu amor lleno de fuerza.
Ilumíname señor con tu espíritu.
“Perdónanos Señor porque sí sabemos lo que hacemos.”
Vinimos a vagar por el mundo, luchando contra las adversidades de éste: el frío, el hambre y sus bestias; el miedo a lo desconocido y enfermos en nuestra propia conciencia. Débiles en la desventaja, ante los dioses del mejor talento; nos cuesta quitarnos la venda invidente, abrazar la luz del Amor (tu insignia) y darnos la oportunidad de esa sana misericordia que nunca nos llega.
Aún seguimos crucificándote Señor, no sé si es momento para que vuelvas; hablaste de amor, de perdón ante las ofensas; de un futuro en resurrección que pocas mentes comprendan. Cada cual lee los mensajes al modo que le convenga. Hoy, en mi plegaria, no hay fe viva; me temo que ya está muerta. Y, por eso, como oveja descarriada, clamo a mi buen pastor su guía, su antorcha y resistencia; la luz suficiente en mi senda. Sé que el camino es largo y accidentado en soledades hasta alcanzar la llama, el fuego de tu amor lleno de fuerza.
Ilumíname señor con tu espíritu.