-25% solo aquí
Amial, almiar, meda, hacina son formas de denominar al apilamiento tradicional del heno tal y como vemos en la fotografía. Esta práctica rural, muy extendida por los distintos territorios ganaderos, también se utilizaba en nuestro pueblo (es posible que alguien lo siga haciendo), consistente en apilar en el propio prado donde era segada la hierba al final de la primavera.
Segado y una vez seco el heno, se busca un lugar seco en el prado, se clavaba un palo grueso y de varios metros de largo en el suelo; se aislaba este con ramas o escobas secas y se apilaba la hierba en forma de cono hasta alcanzar la altura del palo y ahí quedaba para alimentar al ganado cuando la hierba escaseara y se hiciera necesario. Era importante evitar, por un lado la humedad, pues la hierba húmeda fermenta produciendo gases que pueden llevar a la combustión espontánea de la hierba y, por consiguiente la pérdida del alimento y provocar incendios de cierta magnitud; por otro, había que cercar con alambre o con valla de madera el lugar donde estaba el amial para evitar fuera comido antes de tiempo; en algunos lugares, como la provincia de Ávila, estos apilamientos se cercaban con un muro de piedra de lo suficientemente alto para impedir el acceso al ganado.
La colocación del heno en forma vertical, evitaba que el agua de lluvia mojara y estropeara la hierba; así, forma natural resbalaba hasta el suelo y sin afectar a la que estaba en el interior; también se podían colocar en la parte superior, escobas o plantas de centeno que preservaban de la lluvia; más modernamente, algún trozo de plástico.
Esta forma tradicional de conservar el heno está en desuso, casi no se ve; ahora lo que se lleva es preservar el heno en envoltorios de plástico, sobre todo en aquellos lugares donde se puede utilizar maquinaria en la siega y en envolvimiento de lo segado.
Segado y una vez seco el heno, se busca un lugar seco en el prado, se clavaba un palo grueso y de varios metros de largo en el suelo; se aislaba este con ramas o escobas secas y se apilaba la hierba en forma de cono hasta alcanzar la altura del palo y ahí quedaba para alimentar al ganado cuando la hierba escaseara y se hiciera necesario. Era importante evitar, por un lado la humedad, pues la hierba húmeda fermenta produciendo gases que pueden llevar a la combustión espontánea de la hierba y, por consiguiente la pérdida del alimento y provocar incendios de cierta magnitud; por otro, había que cercar con alambre o con valla de madera el lugar donde estaba el amial para evitar fuera comido antes de tiempo; en algunos lugares, como la provincia de Ávila, estos apilamientos se cercaban con un muro de piedra de lo suficientemente alto para impedir el acceso al ganado.
La colocación del heno en forma vertical, evitaba que el agua de lluvia mojara y estropeara la hierba; así, forma natural resbalaba hasta el suelo y sin afectar a la que estaba en el interior; también se podían colocar en la parte superior, escobas o plantas de centeno que preservaban de la lluvia; más modernamente, algún trozo de plástico.
Esta forma tradicional de conservar el heno está en desuso, casi no se ve; ahora lo que se lleva es preservar el heno en envoltorios de plástico, sobre todo en aquellos lugares donde se puede utilizar maquinaria en la siega y en envolvimiento de lo segado.