Destino incierto…, pero con la esperanza de encontrar un futuro mejor al que la tierra que abandonan les ha ofrecido hasta el momento. Sin duda, dejar a tu familia, tus amigos, el pueblo de nacimiento y, para muchos, el único lugar que hasta entonces habían conocido, fue traumático para mucho de ellos. La salida era poco menos que obligatoria; no existía mejor solución de si lo que se trataba era abandonar las pocas expectativas de un mundo rural que tenía poco que ofrecer y la subsistencia era norma. Con la esperanza y la ilusión puesta en mejorar la situación personal y ayudar a la familia que atrás quedaba, parten hacia mundo distinto y un trabajo desconocido. En sus modestas maletas de madera, llevan sus escasas pertenecías; vestidos lo más dignamente que su condición les permitía, los jóvenes abandonan sus pueblos, las casas de sus mayores y marchan al extranjero o las ciudades y regiones de España donde sus fuertes brazos son necesarios para impulsar industria, los servicios, etc. Transcurrido el tiempo, solo ellos, desde su conocimiento personal, sabrán decirnos si salir de su patria les mereció la pena.