Juan Porras Atienza, al venir como obispo a Coria, trajo a su hermana Dª. Aldonza de Porras y Cifontes que fijó su residencia en Lagunilla. Tan amante de los pobres como su hermano, levantó un hospital bajo la advocación de santo Domingo de Guzmán con destino a enfermos necesitados de la diócesis. D. Juan de Porras lo organizó jurídicamente y señaló para dotarlo rentas procedentes de los bienes de su hermana y de los suyos propios. Durante siglos, fue el único hospital próximo al territorio hurdano.
El 28 de julio de 1704 fallecía en Lagunilla y fue enterrado junto a su hermana en una modesta sepultura delante de la capilla mayor de la iglesia parroquial. Ambas tumbas estuvieron cubiertas con su respectiva losa de cantería e inscripciones que desaparecieron en las reformas sufridas por el templo y su memoria quedó perpetuada en una lápida conmemorativa.
El epitafio original, además de recordar su paso por el episcopado de Ceuta y Coria, le daba el apelativo, sin duda más glorioso para él, de «padre de los pobres» y concluía con el adagio latino «abiit non obiit, No murió, se fue». Que el recuerdo de D. Juan de Porras
El 28 de julio de 1704 fallecía en Lagunilla y fue enterrado junto a su hermana en una modesta sepultura delante de la capilla mayor de la iglesia parroquial. Ambas tumbas estuvieron cubiertas con su respectiva losa de cantería e inscripciones que desaparecieron en las reformas sufridas por el templo y su memoria quedó perpetuada en una lápida conmemorativa.
El epitafio original, además de recordar su paso por el episcopado de Ceuta y Coria, le daba el apelativo, sin duda más glorioso para él, de «padre de los pobres» y concluía con el adagio latino «abiit non obiit, No murió, se fue». Que el recuerdo de D. Juan de Porras