¡Las
casas de mi niñez!
De
piedra ruda y de tierra apisonada. Dicen que cantábricos trajeron su mañas a esta
sierra de reconquista.
De paredes enjalbegadas con cal, morada de braceros. De adobe la construcción del pobre que el
pan amasa. Lumbre sobre losa abierta al “sobrao”, llares, vigas y duelas ahumadas de matanzas a la vista, por donde el viento brama entre sus rendijas, llenando la
casa el cierzo.
El hogar del humilde. Alrededor del trébede donde el puchero descansa al calor de las ascuas
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