Al verla recuerdo los atardeceres soleados de verano.nos sentabamos y dejabamos correr el tiempo hasta la hora de la cena.veíamos pasar los pocos coches de la carretera, jugabamos alrededor de ella, y en las tardes que fuí sola disfruté de la paz del lugar, leí libros sentada a sus pies, de los que disfruté enormemente y todavía hoy, con 32 años, recuerdo aquella cría que sentada en aquel mágico lugar , deseaba que no pasara el tiempo, que nunca acabase agosto.