No es la fragua de Vulcano, sino la del Sr "Pedro el herrero" y sobre todo de sus hijos Remigio, Fernando y Victorino. Lugar de encuentro durante muchos años de los labradores, que al soltar las parejas al atardecer, se dirigían con sus "abarcas y trapos" llenos de tierra húmeda, de la alzada o la aricada a sacar punta a las rejas, desgastadas durante el día, abriendo surcos en La cabrera, El cigüeñal o Valdecáparo. Recuerdo aún después de 50 años el sonido de los martillos en el yunque, el ruido del fuelle y más tarde el ventilador; las voces y risas de los presentes entre los comentarios picarones reales o inventados de Remigio. "Te digo Magín que hay que poner una empicadura, que esta reja está ida..mecagüental". Los muchachos teníamos prohibido ir a la fragua, por ser cosa de mayores, pero era lo que más nos gustaba, pues oíamos picardías, aunque no las entendiéramos.