El
puente romano de
Salamanca es uno de los elementos más icónicos de la ciudad. Fue construido originalmente con granito de Los
Santos, pero las sucesivas riadas que ha vivido, la más importante de ellas la de
San Policarpo de 1626, han hecho necesarios trabajos de restauración en los que la
piedra original ha sido sustituida por otros materiales como vaugnerita o arenisca "Celestina", conocida también en Salamanca como piedra "tosca".