A todas las personas mayores , que llegando casi al limite de su esistencia sentados a la puerta de su hogar ven pasar los dis, horas y minutos, liando un cigarrillo con sus ya torpes manos , mirando al orizonte como si alli estubiera el ayer, el hoy y porque no un mañana, cuenta a sus nietos una y mil historia le cuenta que cuando aun era muy niño su trabajo en el campo, cansado por la noche rendido en el camastro dormiaque por comida un cacho de pan duro con un cachito de tocino por la noche una sopita de lo que su pobre madre encontraba pero algo el cuerpo le calentaba, contaba tantas y tantas historia que aunque quisiera recordarlas no puedo, un dia sin tan sisquiera decir adios el pobre abuelo dormido quedo en sus labios prendido el cigarrillo quedo, que serenidad al mirar aquel rostro surcados por profundas arrugas hoy aquella tierra que con tanto amor trabajo cubre su cuerpo, una sencilla loza lleva escrito su nombre, el nombre de un labrador.