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POVEDA DE LAS CINTAS

Habitantes: 364  Altitud: 828 m.  Gentilicio: Povedanos 
Hoy amanece en POVEDA DE LAS CINTAS a las 09:28 y anochece a las 18:53
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Situación:

Poveda de las Cintas es un municipio de la comarca de Cantalapiedra-Las Guareñas (Tierra de Peñaranda), en la provincia de Salamanca, Castilla y León, España.

El término municipal de Poveda de las Cintas, efectivamente es una prolongación del páramo castellano-leonés, al igual que la inmensa mayor parte de los pueblos que integran la zona. No obstante y como contrapunto cabe decir que de este páramo mesetario han salido miles y miles de toneladas de productos que requieren para su cultivo gran cantidad de agua, cuestión solucionada en Poveda con los pozos llamados de "sondeo", generalmente a más de cien metros de profundidad. La proliferación de estos pozos ha afectado terriblemente a los acuíferos del subsuelo, hasta el punto de que, cuando no existían, aparecía agua abundante en cualquier lugar a una profundidad que oscilaba entre los tres y los diez metros. El arroyo que circunda el pueblo mantenía un caudal de agua durante todo el año que ni aún en el mes de agosto llegaba a interrumpirse. Los prados comunes en el que pastaban varios cientos de cabezas de ganado, se regaban abudantemente en primavera con el agua del rio. Y en el molino donde se molturaba la mayor parte de los cerales recolectados, incluso de otros pueblos, igualmente funcionaba en su mayor parte con la energía que generaba el agua de una presa cuyo llenado procedía de este mismo rio. Hoy se mantiene el lecho del mismo absolutamente seco durante todo el año. Las frondosas alamedas que crecían en sus orillas, lamentablemente desaparecieron en su totalidad por falta de irrigación. Se ganó en riqueza pero se perdió en paisaje, medio ambiente y otros valores.

Ayuntamiento:

Si bien la verdadera municipalización no aparece en España hasta la publicación del estatuto regulador de 1924, que lo fue más como prestación de actividad económica que como fuente de ingresos públicos, lo cierto es que en Poveda ya funcionaba el Ayuntamiento como tal entidad prestadora de servicios públicos desde varios años antes de esas fechas. Y ha continuado y continúa con la capitalidad municipal del mismo nombre a pesar de la escasez de recursos económicos que cabe suponer en una población que rebasa a duras penas los 300 habitantes, mientras que las estructuras de los servicios públicos exigen el mismo gasto que para una población muy superior (alumbrado de calles, limpieza, agua, recogida de basuras, gastos de administración, etc.). Como ejemplo de merecer tal capitalidad, antes de 1924 disponía ya de un amplio edificio en la plaza mayor presidido por la torre que sostenía el reloj, cuya campana dando las horas se oía en todo el pueblo, maquinaria contra incendios, incluso dotación de serenos en alguna época, amén de otras particularidades que dicen mucho de los buenos regidores locales que han pasado por él.

Monumentos:

Los que pudieran haber existido desaparecieron con el paso del tiempo. Se supone que sobre el altozano donde se construyó la Iglesia, quizá fue en su día un "castro" ya que la elevación del terreno sobre el que se asienta es ajena y superpuesta a la configuración natural de la colina que le sirve de base. Por tanto, este "castro" pudiera ser indiciario de pobladores antiquísimos o utilizado como defensa guerrera en su tiempo.
No obstante, pese a la modernidad relativa del mismo ya que que ésta se remonta a finales del siglo XIX, debemos señalar que la fachada del Ayuntamiento o Casa Consistorial, bien merece el reconocimiento de ser considerada monumento local teniendo en cuenta la escasísima disponibilidad de medios económicos y técnico de la época en un pueblo tan pequeño totalmente aislado pues el acceso al mismo sólo podía realizarse por caminos de herradura. La autonomía del mismo en todos los sentidos era prácticamente total, y los medios de subsistencia, los que producía la tierra del entorno. La referida fachada del Ayuntamiento aún puede verse en la serie de fotos que existen en la página de "Pueblos de España". Sin ninguna, reúne ciertas pretensiones monumentales para la época, y no digamos comparándola con la actual, muy supermoderna ella pero que talmente parece un cajón de hormigón.

Fiestas:

Las del 3 al 5 de Agosto. La fiesta mayor siempre ha sido el primer Domingo de Octubre. Antes se prolongaba hasta el Martes: día grande y por eso se llamaba "la abuela". Los festejos más celebrados son los taurinos, antiguamente en plaza cercada por carros y en la actualidad en plaza portátil. En la década de los años 50-70 también se celebraban partidos de pelota vasca en los que competían los pelotaris más sobresalientes de la provincia. Más localista pero no menos importante lo constituye sin duda alguna la llamada fiesta de los quintos, también conocida con el sobrenombre de "correr los gallos". En efecto, cada año anterior al en el que los mozos del pueblo "veinteañeros", circunstancia por la que. al siguiente habrían de entrar en "quintas", es decir, en la obligación de cumplir el llamado servicio militar, lo celebraban "corriendo" los gallos, efemérides que se hacía coincidir con el martes del carnaval de cada anualidad. En dicha fiesta, cada uno de los mozos, montado a caballo, habría de arrancar la cabeza con su propia mano de una de estas aves al galope del caballo sin apearse del mismo, previamente colgada de una cuerda a la altura apropiada para tal fin, espectáculo en el que ponían de manifiesto su habilidad y destreza compitiendo entre sí, lo que daba lugar al correspondiente espectáculo que, por otra parte, llevaba otras connotaciones de carácter social.
Entre el 5 y 6 de Febrero, la Fiesta de Santa Águeda, particular por su segundo día de celebración donde las “Aguederas” (mujeres que forman las fiestas), se unen a sus maridos y acompañadas de estos “corren el bollo” de casa en casa. Una vez allí, cada anfitriona convida a todos los participantes a toda clase de bebida y comida. Es tradicional a su vez, que antes de entrar en cada casa se toque y baile una jota.

Costumbres:

Una de las singularidades de las fiestas povedanas, en cuanto a lo religioso, era y es la jota que se baila en honor a la Virgen durante la procesión que sigue a la Misa Mayor, la cual se inicia al salir de la Iglesia con música de dulzaina y no cesa hasta que, finalizado el recorrido tradicional por las calles del pueblo, nuevamente se introduce la imagen al lugar de origen. En lo profano, también era tradicional la formación de una hoguera en el centro de la plaza mayor la víspera del período festivo, en torno a la cual se formaba el baile a toque de dulzainas. En dicha hoguera era costumbre quemar los aperos de labranza que se encontraban deteriorados o inservibles procedentes del año anterior. A primera hora de la mañana del día siguiente, igualmente era costumbre interpretar la "alboreada" por los mismos dulzaineros recorriendo las calles del pueblo. La instalación de las mesas de los "confiteros" en dicha plaza ofreciendo almendras garrapiñadas, caramelos y otras chucherías, del mismo modo era una costumbre más. Y era tan tradicional y tan propio de las fiestas patronales la instalación de las mesas de los confiteros en la plaza del pueblo, que, por ejemplo, durante el resto del año, cuando a un niño se le encargaba cualquier pequeño cometido y éste se resistía a cumplirlo, como premio cariñosamente coactivo, no exento de cierta sorna, se le ofrecía: "... ¡y si lo cumples, te digo donde se van a poner los confiteros el día de la fiesta!".

Historia:

Andamos en ello; podemos adelantar que Poveda ya aparece en unos textos de 1499. Increíble ¿verdad?, pues está documentado. Más yendo a fechas más recientes como son las referidas a partir de los años cuarenta del siglo XX, en Poveda han ocurrido los acontecimientos más significativos en la vida de la localidad, como son la traída de la luz eléctrica, único pueblo que carecía de la misma en la comarca, hasta que, merced a la iniciativa privada de un vecino de la misma en el año 1941, cuando no había materiales que no fueran de estraperlo, ni subvenciones, se implantó toda una línea de conducción eléctrica desde Poveda hasta Zorita de la Frontera para enlazar con Hidroeléctrica de Salamanca que suministraba la energía; y, por fin, el anuncio de la construcción de la nueva carretera, materializada unos años después. Hasta entonces, el sistema de alumbrado eran candiles y unos artefactos llamados "carburos" porque consumían este tipo de mineral. Ya en esas fechas se hablaba del proyecto de carretera (la actual SA-811), que uniría las localidades Encinas de Abajo con Cantalapiedra, pasando por Babilafuente, Villoria, Riolobos, Poveda y Villaflores. Ambos acontecimientos dieron lugar a que circulara por entonces una coplilla popular cuya letra más o menos decía así: "Poveda ya no es Poveda, que parece medio Madrid, con la carretera nueva y la luz que va a venir". La construcción de esta última atrajo a un serie de improvisados pequeños empresarios procedentes de Andalucía, que con sus recuas de asnos aportaban las piedras que necesitaba el firme de la carretera extrayéndolas de las tierras del término, operación que duró casi dos años. Hasta entonces, el pueblo no tenías más accesos que tortuosos caminos de herradura, por tanto, no existía una triste alcantarilla en todo el término municipal y menos aún puente contra las avenidas de agua imprevistas, relativamente frecuentes en aquellos inviernos de copiosas lluvias. Otro hecho digno de mención en Poveda fue el ocurrido el Domingo de Ramos (sobre el año 1951, aproximadamente), fecha en la que, estando ya prácticamente terminada la ampliación de la iglesia parroquial y próxima a inaugurarse, se hundió la totalidad de la techumbre de la misma con gran estrépito, sobre las 11,30 de la mañana de ese día, aplastando todo lo que se encontraba en su interior. Fue como una explosión que se oyó en todo el pueblo seguida de una enorme polvareda. Y una grandiosa decepción para los vecinos. Hubieron de reiniciarse las obras, obviamente con otros albañiles distintos, concretamente los "Moralinas" de Cantalpino (los anteriores, autores del desastre, eran de Cantalapiedra).

Años más tarde, sobre el 1950, es también merecedor de ser recordado el hecho significativo para la historia local el hecho de que fue el primer pueblo de España en el que se estableció el sistema de concentración parcelaria auspiciada por el Ministerio de Agricultura, después del de Cantalapiedra, localidad también de la provincia de Salamanca. La razón de ser recordado obedece a que, adoptar semejante decisión en época era harto arriesgada pues ni mas ni menos consistía en que las fincas agrícolas heredadas o compradas de toda una vida pasando de generación en generación, serían totalmente alteradas y cambiadas por otras que resultaran de la operación antedicha. Sin duda alguna consistía un grave riesgo que las genetes de mi pueblo afrontaron con alto sentido de la economía moderna y del progreso. A las pruebas me remito 50 años después y a los miles de pueblos que después han imitado tal decisión y los beneficios que ello ha reportado en todos los órdenes.

Otro acontecimiento de la historia povedana ocurrido mediada la década de los años cincuenta, tuvo lugar el día 18 ó el 25 de julio de julio, fecha que, si bien no recuerdo con exactitud el año pues yo era un chaval, no así en cuanto a la de los días que se citan toda vez que en los veranos de aquella época, los domingos no existían a efectos laborales, mientras que las dos únicas festividades que se guardaban a "rajatabla", eran las del 18 de julio (fiesta nacional por obvias razones que todo el mundo conoce) y la del 25 del mismo mes, es decir, la dedicada al apóstol Santiago.

Por aquel entonces, para poder llevar a cabo la recolección de las cosechas cerealistas (trigo, cebada, algarrobas, etc. etc.), los agricultores tenían que acudir a trabajadores foráneos, fundamentalemente gallegos, para poder llevar a cabo la dureza extrema de la siega, la cual se realizaba a mano con hoces rudimentarias. Aquel año, para llevar a cabo dicha labor, el pueblo se vió invadido con una cincuentena de hombres, relativamente jóvenes todos ellos, que en ese día festivo, acudieron al baile de mozos y mozas que en el centro de la plaza se celebraba en esos dos días. Los músicos que lo amenizaban, para cobrar su trabajo, encargaban a uno de ellos para que llevara a cabo la misión de percibir el "peaje" de los bailarines, exigido exclusivamente a varones, aprovechando el momento en que se encontraban "aparejados" realizando la danza con una moza; dicho encargado lo cobraba en efectivo. Pero hete aquí que, cuando le tocó el turno a uno de las bailarines oriundo de la provincia de Orense por más señas, éste se negó rotundamente al pago del "impuesto", circunstancia que dió lugar a una peligrosa discusión entre ambos que finalizó en pelea con agresiones mutuas. Todos los demás gallegos, al ver el cariz que aquello iba tomando hicieron causa común con su paisano y la pelea se expandió como la pólvora, hasta tal punto, que los que en el baile de la plaza estaban, y los que no, se armaron todos con sus hoces en plan belicoso contra las gentes del pueblo. Se inician las carreras, los gritos, y en fin, un verdadero revuelo que termina con la ocupación amenazadora de dicha plaza por los más o menos 50 gallegos amotinados en plan desafiante. Ante tal situación, el Alcade llamó a la Guardia Civil del puesto de Cantalapiedra, que en número suficiente y debidamente pertrechados, cortaron el intento y consiguió que todos ellas fueran expulsados a sus lugares de origen. La cosecha quedó a medio segar. Ignoro como se llevaría a cabo la liquidación de los salarios devengados. No hubo víctimas de ninguna clase, pero si es cierto que se corrió un serio peligro.

Turismo:

Uno de los alicientes para visitar Poveda desde siempre fue el llamado "Árbol de las Navajas", situado en el alto de la Iglesia. Todo el mundo había oído hablar de él en la comarca (de ahí la curiosidad por conocerlo), sin que se sepa muy bien si su fama procede de haber sido testigo mudo de refriegas históricas o desafíos de honor, o bien que a los niños alguien les hizo creer que dicho árbol daba tales frutos, y en su inocencia lo divulgaron hasta alcanzar notoriedad. Lo más probable, según parece, es que de dicho árbol caían una especie de hojas semisecas que tenían algún parecido con las cachas de madera o hueso de tales herramientas, y el chistoso de turno sacó provecho para regocijo de los chavales previniéndoles que eran las fundas de las mismas. Lo cierto es que en Poveda y alrrededores todo el mundo ha oído hablar del árbol de las navajas. Otra particularidad que distingue a Poveda es la referida al hecho de estar situada sobre un altozano que sobresale de todos los demás en la meseta, (lo que no ocurre con los demás pueblos del entorno), y presidiendo el mismo en la cúspide la Iglesia parroquial, lo que da lugar a que el conjunto se visualice desde varioos kilómetros de distancia dándole cierta vistosidad y la presunción de pueblo-fortaleza en la antigüedad, aunque de ello no existen vestigios salvo los que se citan como documentados en textos de 1499.