Situación:
Poveda de las Cintas es un municipio de la comarca de Cantalapiedra-Las Guareñas (Tierra de Peñaranda), en la provincia de Salamanca, Castilla y León, España.
El término municipal de Poveda de las Cintas, efectivamente es una prolongación del páramo castellano-leonés, al igual que la inmensa mayor parte de los pueblos que integran la zona. No obstante y como contrapunto cabe decir que de este páramo mesetario han salido miles y miles de toneladas de productos que requieren para su cultivo gran cantidad de agua, cuestión solucionada en Poveda con los pozos llamados de "sondeo", generalmente a más de cien metros de profundidad. La proliferación de estos pozos ha afectado terriblemente a los acuíferos del subsuelo, hasta el punto de que, cuando no existían, aparecía agua abundante en cualquier lugar a una profundidad que oscilaba entre los tres y los diez metros. El arroyo que circunda el pueblo mantenía un caudal de agua durante todo el año que ni aún en el mes de agosto llegaba a interrumpirse. Los prados comunes en el que pastaban varios cientos de cabezas de ganado, se regaban abudantemente en primavera con el agua del rio. Y en el molino donde se molturaba la mayor parte de los cerales recolectados, incluso de otros pueblos, igualmente funcionaba en su mayor parte con la energía que generaba el agua de una presa cuyo llenado procedía de este mismo rio. Hoy se mantiene el lecho del mismo absolutamente seco durante todo el año. Las frondosas alamedas que crecían en sus orillas, lamentablemente desaparecieron en su totalidad por falta de irrigación. Se ganó en riqueza pero se perdió en paisaje, medio ambiente y otros valores.
El término municipal de Poveda de las Cintas, efectivamente es una prolongación del páramo castellano-leonés, al igual que la inmensa mayor parte de los pueblos que integran la zona. No obstante y como contrapunto cabe decir que de este páramo mesetario han salido miles y miles de toneladas de productos que requieren para su cultivo gran cantidad de agua, cuestión solucionada en Poveda con los pozos llamados de "sondeo", generalmente a más de cien metros de profundidad. La proliferación de estos pozos ha afectado terriblemente a los acuíferos del subsuelo, hasta el punto de que, cuando no existían, aparecía agua abundante en cualquier lugar a una profundidad que oscilaba entre los tres y los diez metros. El arroyo que circunda el pueblo mantenía un caudal de agua durante todo el año que ni aún en el mes de agosto llegaba a interrumpirse. Los prados comunes en el que pastaban varios cientos de cabezas de ganado, se regaban abudantemente en primavera con el agua del rio. Y en el molino donde se molturaba la mayor parte de los cerales recolectados, incluso de otros pueblos, igualmente funcionaba en su mayor parte con la energía que generaba el agua de una presa cuyo llenado procedía de este mismo rio. Hoy se mantiene el lecho del mismo absolutamente seco durante todo el año. Las frondosas alamedas que crecían en sus orillas, lamentablemente desaparecieron en su totalidad por falta de irrigación. Se ganó en riqueza pero se perdió en paisaje, medio ambiente y otros valores.