Es curioso que quien ha mencionado las fiestas de las águedas se haya olvidado de algo que hacía a estas fiestas típicamente povedana y así lo reconocían las gentes de nuestros alrededores, no sin cierta envidia. Ya se ha dicho aquí que dicha fiesta se celebra el 5 de febrero festividad de santa Águeda, sin embargo en Poveda la fiesta continuaba -de ahí su originalidad- hasta el día 6 y ese día, si cabe, era aún más importante que el anterior. En ese día a las águedas se unían los maridos que podían o querían y acompañados de la música “corrían el bollo”. Se visitaban todas las casa de las participantes (a veces se juntaban varias, porque no todas disponían de un local o espacio suficiente en sus casas para acoger a tanta gente). Era tradicional que antes de entrar en el lugar preparado o en casa se tocara y bailara una jota; después, una vez dentro (a veces no había más remedio que quedarse fuera) la anfitriona ofrecía a los demás toda clase de comida y bebida. Al principio, supongo, que se ofrecería un “moro” y una copita de anís; con el tiempo y a medida que el nivel adquisitivo fue aumentando en esos agasajos ya había de todo, tanto en comida como en bebida. Por la noche al igual que el día anterior había baile donde acudía todo aquel que quería.
