LA AÑORANZA DE LAS FIESTAS DE NUESTRO PUEBLO Y LA DE SU PLAZA MAYOR, LUGAR DONDE NACÍ.
Sin duda alguna se siente añoranza. En esta misma plaza de idénticas dimensiones a las que tenía hace no sé cuantos años, uno a uno se han venido celebrando en este mismo lugar la que era su fiesta grande por antonomasia (ahora hay dos a partir de los años sesenta en que, más o menos, se inventó la segunda), cual era y sigue siendo la del primer domingo de octubre en honor de la Virgen del Rosario. No sé hasta qué punto la habrá desplazado ésta del mes de agosto, pero me cuesta creer que lo haya conseguido.
Si bien es cierto que la evolución de una y otra lo habrá sido de tal manera que la primitiva ha quedado prácticamente irreconocible en su desarrollo, cosa lógica por otra parte, posiblemente alguien se habrá preguntado si no viene a destiempo la imagen de la plaza mayor que ilustra estas líneas vestida de blanco invernal en contraste brutal con la calima de estos días, más yo no he podido resistirme a presentarla con una belleza que la engrandece, no sólo por ser única sino que también por ser el lugar donde se celebran los acontececimientos festivos más importantes de nuestro querido pueblo. Gracias a Adrián, autor de la foto, hoy podemos disfrutar de esta bella estampa todos los que nos encontramos ausentes.
La misa mayor amenizada entonces por aquellos mozos que conocían sobradamente el riguroso cante gregoriano en latín al compás del viejo armonio instalado en la tribuna, la procesión con jota en honor de la Virgen a toque de dulzainas durante su recorrido, el estreno del traje nuevo, la música, los cohetes, el festejo taurino a base de novillos o vacas bravas en esa bonita plaza cerrada con carros en la que la calleja existente en la misma hacía de improvisado toril, los confiteros, los forasteros, los bailes de sociedad en el amplio salón municipal hoy desaparecido, etc., etc., constituían sin duda alguna felices eventos y emociones contenidas que no se olvidan.
¡Enhorabuena a todas/os que la habeis disfrutado!. Sentimos envidia noble. Hasta pronto.
Sin duda alguna se siente añoranza. En esta misma plaza de idénticas dimensiones a las que tenía hace no sé cuantos años, uno a uno se han venido celebrando en este mismo lugar la que era su fiesta grande por antonomasia (ahora hay dos a partir de los años sesenta en que, más o menos, se inventó la segunda), cual era y sigue siendo la del primer domingo de octubre en honor de la Virgen del Rosario. No sé hasta qué punto la habrá desplazado ésta del mes de agosto, pero me cuesta creer que lo haya conseguido.
Si bien es cierto que la evolución de una y otra lo habrá sido de tal manera que la primitiva ha quedado prácticamente irreconocible en su desarrollo, cosa lógica por otra parte, posiblemente alguien se habrá preguntado si no viene a destiempo la imagen de la plaza mayor que ilustra estas líneas vestida de blanco invernal en contraste brutal con la calima de estos días, más yo no he podido resistirme a presentarla con una belleza que la engrandece, no sólo por ser única sino que también por ser el lugar donde se celebran los acontececimientos festivos más importantes de nuestro querido pueblo. Gracias a Adrián, autor de la foto, hoy podemos disfrutar de esta bella estampa todos los que nos encontramos ausentes.
La misa mayor amenizada entonces por aquellos mozos que conocían sobradamente el riguroso cante gregoriano en latín al compás del viejo armonio instalado en la tribuna, la procesión con jota en honor de la Virgen a toque de dulzainas durante su recorrido, el estreno del traje nuevo, la música, los cohetes, el festejo taurino a base de novillos o vacas bravas en esa bonita plaza cerrada con carros en la que la calleja existente en la misma hacía de improvisado toril, los confiteros, los forasteros, los bailes de sociedad en el amplio salón municipal hoy desaparecido, etc., etc., constituían sin duda alguna felices eventos y emociones contenidas que no se olvidan.
¡Enhorabuena a todas/os que la habeis disfrutado!. Sentimos envidia noble. Hasta pronto.