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POVEDA DE LAS CINTAS: Con frecuencia, para recordarme lo malo que fui de...

soy Narci hija de Alejandro y Yaya,. Me alegro mucho de ver esta foto. Cristian, tu madre y mi padre son primos. Que recuerdos de cuando yo vivia alli. recuerdo cuando tu madre Dulci me llevo por primera vez a la escuela, deseo mucho que este bien.......: Adrian tu eres el hijo de mi tia Irene, cuanto jugamos y nos peleamos, me gustaria poder hablar con vosotros en este foro. saludos

Con frecuencia, para recordarme lo malo que fui de pequeño en comparación con lo bueno que me estoy volviendo conforme me voy haciendo viejo, me pregunta tu tía Irene si me acuerdo de Narci. Por no decepcionarla y para que me cuente otra vez la historia la digo que no me acuerdo.
-Es que eras muy malo hijo. Una vez te caíste a los lavaderos, buen susto nos diste, y no hubo fuerza humana de hacerte poner un pantalón seco de uno de los hijos de tu tía Miciana. Otra vez, le rompiste a pedradas un cristal a la señora Matea, y no sé como no la mataste a ella que estaba cosiendo en la ventana de la sala. Otra vez te peleaste con Narci, la de tu tía Yaya, y la clavaste un tenedor en un ojo. Otra vez... ¿Tú te acuerdas? Me pregunta.
Suele ser una excusa para charlar y polemizar un poco con los recuerdos que nos quedan de entonces.
Pienso ahora en lo mucho que tenemos en común los povedanos, la cantidad y cantidad de imágenes iguales o parecidas que guardamos en nuestra memoria de personas entrañables o cosas de nuestro pueblo, y que ya solo existen en el rincón de la mente que cada cual dedicamos a el recuerdo. Seguro Narci, que si ahora cierras los ojos y te sitúas en esa calle, aun podrías asomarte a el alto y ver el río Poveda cristalino y limpio, plateado a veces por el reflejo del sol en los peces, la playa que formaba de arena dorada, y la cortina de chopos de un verde imposible de la orilla opuesta. Las eras, con la hierva tan alta que podías perderte y esconder en ella nuestra estatura de niños chicos. La regadera y malecón que aún tiene, donde solían sentarse al sol la Cecilia y la Luisa. La casa quemada con su bodega misteriosa y méritos propios para considerarla una casa encantada. Y si escuchas, podrás oír la voz aun viva de las personas que quisimos y el rumor de un pueblo de niños solo de aquel barrio.
Ya no tendría tiempo de contarte aquí todos los recuerdos de entonces, pero es todo tan bonito que probablemente fuera la nuestra una infancia feliz. Espero verte algún día y hablaremos de ello.
Un beso Narci. Bienvenida a el foro, me alegro de haber charlado contigo, y se alegrará sin duda tu tía Irene cuando la vea y se lo cuente.
Adrián