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POVEDA DE LAS CINTAS: POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS...

POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS

Algunos aseguran que el futuro no existe porque cuando llega es ya presente. Y en identico modo se afirma, que el presente tampoco, porque cuando empieza a existir ha dejado de ser presente para convertirse en pasado: pudiendo suceder que en el breve instante en que esto lees, sea tu futuro, tu presente y tu pasado. Se trata por tanto de diferentes vocablos de una misma cosa que nos ayudan a entender la diferencia entre lo ocurrido, lo que ocurrirá, o lo que está ocurriendo en este momento.
Aunque a primera vista estas afirmaciones inverosímiles o absurdas nos inviten a pensar que ni presente, pasado, o futuro existan, yo sí creo en el futuro.
Dice Pita Amor "que todo morirá cuando yo muera... ¡Imposible pensar de otra manera!", pero mi fe es inquebrantable de que conmigo o sin mí habrá un tiempo venidero en el que al igual que hoy hacemos nosotros, otros hablarán de su pasado, y este pasado suyo será a veces el presente nuestro. ¿Y qué dirán de nosotros los que vendrán si se nos niega a los humildes el recuerdo?
Si para un futuro más o menos remoto algo quedara registrado en los libros de la historia de nuestro pueblo, estaría sin duda argumentado en los organismos que en Poveda desempeñan una función de interés público, narrando en modo oficial su creación y evolución, su gestión, o los avances logrados en diferentes ámbitos.
Pero también está la historia de sus gentes, la de hombres y mujeres que fueron adaptándose a las condiciones a veces inhóspitas de una tierra hostil, que trabajaron para seguir el ritmo del alma de la tierra, y por amarla, a través del trabajo asimilar los cambios producidos por la vida y el correr del tiempo, para poder tener este presente nuestro hoy, y aunque incierto, un futuro povedano.
Sin embargo, poco o nada se dirá mañana de esta otra historia que corre paralela a la de las instituciones povedanas. Y tal como si no hubiera existido nunca, en pocas décadas ya nadie recordará que Demetrio Cestero avistó un ovni viniendo con el tractor de Riolobos, que Julián González le echaba un papel de liar a los cigarrillos ya elaborados de Ideales Blancos, o que Poveda fue un pueblo de candil, hasta que nos trajo por cable desde Zorita de la Frontera Manuel Zapatero, y no un vecino sin nombre, la luz eléctrica.
Sin milagros, sin grandes atropellos que les catapulten a la fama, pueden parecer sus vidas demasiado insulsas para ser recordadas; pero son su historia, la de Poveda, y a la vez, nuestra propia historia. En este medio o en otros tendremos que contarlo, porque la vida no marcha hacia atrás para que puedan verlo, y tus hijos y los hijos de tus hijos, querrán tener también un pasado que les ate con amor a tu recuerdo: pero los hombres sin una historia nunca existieron.
No obstante, povedanos o no, hemos de ser comedidos y honestos al decir, no tanto para acercar lo dicho a la absoluta verdad, como para que no parezca la nuestra una historia imposible por los siglos de los siglos.