Ni el Macario ni el Olegario. Esto parece el desierto de las ideas. Cada mañana, al encender el portátil, confías en que ¡por fín!, alguien se ha tomado la molestia de lanzarse a este ruedo de papel y ha expuesto en él lo que sea en relación con lo que le plazca y tenga algún sentido con este pequeño pero gran pueblo. Yo doy por descontado que a diario y entre no pocos vecinos, y vecinas sobre todo, se producen decenas de comentarios relacionados todos o casi todos con la actividad local, ya sea en respecto de las buenas noticias o con las que no lo son tanto, pero tengo la seguridad de que se producen.
Aunque a algunos les parezca un tanto infantil, tiempo atrás mantuve yo una polémica en el buen sentido con un ilustrado vecino de otro pueblo próximo al nuestro, respecto de los orígenes del río Guareña, cuyo nacimiento yo sostenía que era en el término muicipal de nuestra Poveda. Y ello por estar en la creencia -errónea, por supuesto- de que, como quiera que nos disputaban tales orígenes en el otro ramal paralelo cuyo curso discurre inicialmente por los términos municipales de Aldeaseca, Zorita de la Frontera, Palacios Rubios y Villaflores, adentrándose en la provincia de Zamora hasta su desembocadura en el Duero, mi antagonista se encontraba en un error. El equivocado era yo. Mi tesis se amparaba en el hecho de que el caudal del nuestro, durante los años en que yo compartí la convivencia en Poveda, era muy superior y de más limpias aguas, y la verdad, el río Poveda, que pocos años después aparecía ya en algunos mapas con este nombre, me parecía que nos habían usurpado la legimitidad de la denominación Guareña.
¡Salutem pluriman, sin cangrejos y sin tencas!
Los sondeos, las sequías, los topillos, las "preferentes", Los "soficos", las hipotecas con o sin "suelo", y todas las demás zarandajas negativas, nos dejaron al río Poveda más seco que una mojama. Cuando leo la palabra "Río Poveda" al pasar por el puente de la carretera, me digo: ¿en verdad esto era un río?, ¿dónde fueron a parar los cangrejos y las tencas que pescaba Chanines?.
S
Aunque a algunos les parezca un tanto infantil, tiempo atrás mantuve yo una polémica en el buen sentido con un ilustrado vecino de otro pueblo próximo al nuestro, respecto de los orígenes del río Guareña, cuyo nacimiento yo sostenía que era en el término muicipal de nuestra Poveda. Y ello por estar en la creencia -errónea, por supuesto- de que, como quiera que nos disputaban tales orígenes en el otro ramal paralelo cuyo curso discurre inicialmente por los términos municipales de Aldeaseca, Zorita de la Frontera, Palacios Rubios y Villaflores, adentrándose en la provincia de Zamora hasta su desembocadura en el Duero, mi antagonista se encontraba en un error. El equivocado era yo. Mi tesis se amparaba en el hecho de que el caudal del nuestro, durante los años en que yo compartí la convivencia en Poveda, era muy superior y de más limpias aguas, y la verdad, el río Poveda, que pocos años después aparecía ya en algunos mapas con este nombre, me parecía que nos habían usurpado la legimitidad de la denominación Guareña.
¡Salutem pluriman, sin cangrejos y sin tencas!
Los sondeos, las sequías, los topillos, las "preferentes", Los "soficos", las hipotecas con o sin "suelo", y todas las demás zarandajas negativas, nos dejaron al río Poveda más seco que una mojama. Cuando leo la palabra "Río Poveda" al pasar por el puente de la carretera, me digo: ¿en verdad esto era un río?, ¿dónde fueron a parar los cangrejos y las tencas que pescaba Chanines?.
S
¡Se lo tragó la tierra!. Aunque se trate de un personaje ficticio, por detrás de él se escondía el espíritu de un ciudadano de carne y hueso, povedano por más señas, autóctono o foráneo que tanto da, con sentido familiar de excelente buen humor aderezado con ciertas dosis de picante chismorreo ó con la infantil inocencia de un niño. En todo caso, surgió de improviso en esta ventana al calor del critiqueo aldeano en momento dulce del quehacer diario, siempre con pícara sonrisa entremezclándose en lo que le importaba y en lo que no para sacarnos del letargo que amodorra y nos hace fruncir el ceño hasta llenarlo de arrugas. R. I. P.