Está usted muy equivocado. La persona a la que se dirige no sólo no se arrepiente de lo que usted cree, sino que, además, le dice: la adulación y el servilismo llevados a límites como los que en esta página se pueden ver y leer, los cuales le son imputables, ponen de manifiesto lo que aquí no deseo señalar. Sus amenazas, por otra parte, ofreciéndose en plan matón para mayor gloria de su vanidad empuñando su desafiante "que salga a la calle, que me lo como", y así presentar un trofeo más ante el adulado, roza el más absoluto de los ridículos. No obstante, espero me diga a qué calle he de presentarme, y si hay que llevar padrinos, no vaya a ser que usted me degüelle sin pena ni gloria. Naturalmente, visto lo visto de hasta donde se ha llegado, usted no se va a ir de rositas. Al tiempo. El daño ya está hecho. Quien es causa de la causa, es causa del mal causado.