Puestos a puntualizar sobre las caracteristicas del molino de "La concha"te dirè, en primer lugar amigo Fermìn que la hija màs joven de la Sra Amancia se llama Pura, es decìr Purificaciòn, creo yo. Puede que haga cerca de sesenta años que los cinco hermanos, llamados los molineros, emigràron como lo hicimos tantos y tantos Povedanos, y supongo que con aquella familia terminò la actividad de la "aceña"que asi se llaman por aqui a los molinos de agua. Si Gilin dice que movia la piedra un motor... no serè yo quien lo dude, pero supongo que serìa (como bien lo explica Fermìn) cuando empezaron los sondeos. Corria el año 1956 o 1957, un dia no se porque me fuì a dar un paseo en bicicleta, me causò una muy triste sensaciòn no solo de abandono (que tambien) la presa seca como si hiciera años muchos años de no ver el agua, como yo la recordaba. Y que decir de aquellas choperas que yo recordaba frondosas y llenas de vida, ahora enfermizas como si el otoño se hubiera adelantado una estaciòn. El tranche que habia sido de aquella hierva-trebol de un metro...?
Comenta Leovigildo de la muerte en accidente de una niña en el molino. Y digo yo Leo ¿no serà un niño hijo de Sagrario y de benigno Pescador y que se llamaba Vianor. Asi termina èsto hoy, mañana ya veremos. Saludos amigos. Lupi
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Comenta Leovigildo de la muerte en accidente de una niña en el molino. Y digo yo Leo ¿no serà un niño hijo de Sagrario y de benigno Pescador y que se llamaba Vianor. Asi termina èsto hoy, mañana ya veremos. Saludos amigos. Lupi
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Confirmando puntualizaciones y alguna historia cosa más:
Ratifico en su totalidad cuanto el admirable amigo Lupi manifiesta en su relato. En efecto, así se llamaba la hija más pequeña de la "señá" Amancia: Pura. Concretamente con el hermano mayor, Manolo, que completaba el quinteto de los hermanos integrantes de la familia, como anécdota relacionada con éste, diré que, viniendo yo de Peñaranda con mi bicicleta, camino de Poveda y ya anochecido, me alcanzó Manolo, con su flamante furgoneta "Citroen" (de la que ya hice alusión anteayer), cuando yo ya me encontraba en el tramo del camino del Villar que cruza la carretera para llegar a nuestro pueblo, poco antes de abordar la cuesta de La Herradura, Manolo, al alcanzarme con su vehículo, obviamente me invitó a subir al mismo. Ya dentro de la furgoneta, dado lo estrecho del camino entonces, que a duras penas rebasaba el que marca la rodadura de un carro, yo le comenté lo difícil que le resultaría no salirse del carril, y él añadió, "tan difícil o más que la dificultad que tú tienes para no salirte con la bicicleta del espacio que marca la rodadura del mismo carro". Yo pensé entonces para mí: " ¡Cooooño...!", " ¡eso si que es puntería difícil".
Pero voy a completar lo del niño que murió en accidente, el cual, efectivamente se llamaba Vianor y era hijo de Benigo Pescador y Sagrario Moralejo. El accidente en cuestión no fue producto de ningún artefacto del molino, sino de algo muy distinto aunque tenga relación indirecta con el mismo. En efecto, ese día apareció por alli, estacionándose a escasos metros del mismo, se supone que por algo relacionado con la molienda, un carro enganchado a la correspondiente a su correspondiente pareja de mulas o bueyes (detalle que no puedo precisar), que constituyen el tiro de arrastre del mismo, a la espera de turno para moler o recoger lo molido, y dio la casualidad que aquel niño que entonces contaba unos cinco años, ese día se encontraba por allí, probablemente acompañando a su padre o a algún otro familiar, y también de otro niño un par de años mayor llamado Antonio Perrino (Toño para los del pueblo), uno ó dos años mayor, que a la vez era primo carnal del anterior. Jugando ambos, a Vianor se le ocurrió subir al carro trepando por los radios de la rueda aprovechando que el dueño del carro no se encontraba en el lugar, momento en el que, su primo Toño, encontrándose a la parte atrás del mismo, e ignorando la situación de su primo, se le ocurrió lanzar una piedra que pegó en el lomo de una de las mulas o bueyes, cuestión que ya no puedo precisar, obviamente uncida haciendo paareja con el otro, y el animal, al recibir la pedrada, instintivamente echo a andar, y ambos animales iniciaron el arrastre del carro en el momento en el que Vianor se encontraba trepando entre los radios de la rueda izquierda del mismo, de tal forma, que la propia rueda, dotada de aro de hierro, le arrojó al suelo debajo de la misma y materialmente le trituró al pasar por encima de él. Fue una muerte muy dolorosa para la familia y para el pueblo en general.
En otro orden de cosas a las que también se refiere Lupi, efectivamente la zona donde enganchaba el ramal del molino para suministrarse de agua para la presa, era en la zona conocida como el "Tranche", lugar donde existía abundante frondosidad pues en él crecía la hierba más jugosa de todo el prado comunal, mientras que, a ambos lados, tanto del tramo de conducción del agua por amboss lados, como ya al de la propia presa, existían varios chopos, y sobre todo uno, a escasos metros del mismo edificio del molino, cuyo tronco en su base podría rebasar, quizá, los dos metros de circunferencia. También desapareció este gigantesco árbol, ignoro si para viga de "caballete" de alguna casa ó para el "mayo" de los quintos de años posteriores.
AMIGO LUPI: Me alegra que te hagas eco de todo aquello que constituyó los mejores años de nuestra infancia ó nuestra adolescencia (y también algo de los peores), y que lo cuentes aquí. Un abrazo.
Ratifico en su totalidad cuanto el admirable amigo Lupi manifiesta en su relato. En efecto, así se llamaba la hija más pequeña de la "señá" Amancia: Pura. Concretamente con el hermano mayor, Manolo, que completaba el quinteto de los hermanos integrantes de la familia, como anécdota relacionada con éste, diré que, viniendo yo de Peñaranda con mi bicicleta, camino de Poveda y ya anochecido, me alcanzó Manolo, con su flamante furgoneta "Citroen" (de la que ya hice alusión anteayer), cuando yo ya me encontraba en el tramo del camino del Villar que cruza la carretera para llegar a nuestro pueblo, poco antes de abordar la cuesta de La Herradura, Manolo, al alcanzarme con su vehículo, obviamente me invitó a subir al mismo. Ya dentro de la furgoneta, dado lo estrecho del camino entonces, que a duras penas rebasaba el que marca la rodadura de un carro, yo le comenté lo difícil que le resultaría no salirse del carril, y él añadió, "tan difícil o más que la dificultad que tú tienes para no salirte con la bicicleta del espacio que marca la rodadura del mismo carro". Yo pensé entonces para mí: " ¡Cooooño...!", " ¡eso si que es puntería difícil".
Pero voy a completar lo del niño que murió en accidente, el cual, efectivamente se llamaba Vianor y era hijo de Benigo Pescador y Sagrario Moralejo. El accidente en cuestión no fue producto de ningún artefacto del molino, sino de algo muy distinto aunque tenga relación indirecta con el mismo. En efecto, ese día apareció por alli, estacionándose a escasos metros del mismo, se supone que por algo relacionado con la molienda, un carro enganchado a la correspondiente a su correspondiente pareja de mulas o bueyes (detalle que no puedo precisar), que constituyen el tiro de arrastre del mismo, a la espera de turno para moler o recoger lo molido, y dio la casualidad que aquel niño que entonces contaba unos cinco años, ese día se encontraba por allí, probablemente acompañando a su padre o a algún otro familiar, y también de otro niño un par de años mayor llamado Antonio Perrino (Toño para los del pueblo), uno ó dos años mayor, que a la vez era primo carnal del anterior. Jugando ambos, a Vianor se le ocurrió subir al carro trepando por los radios de la rueda aprovechando que el dueño del carro no se encontraba en el lugar, momento en el que, su primo Toño, encontrándose a la parte atrás del mismo, e ignorando la situación de su primo, se le ocurrió lanzar una piedra que pegó en el lomo de una de las mulas o bueyes, cuestión que ya no puedo precisar, obviamente uncida haciendo paareja con el otro, y el animal, al recibir la pedrada, instintivamente echo a andar, y ambos animales iniciaron el arrastre del carro en el momento en el que Vianor se encontraba trepando entre los radios de la rueda izquierda del mismo, de tal forma, que la propia rueda, dotada de aro de hierro, le arrojó al suelo debajo de la misma y materialmente le trituró al pasar por encima de él. Fue una muerte muy dolorosa para la familia y para el pueblo en general.
En otro orden de cosas a las que también se refiere Lupi, efectivamente la zona donde enganchaba el ramal del molino para suministrarse de agua para la presa, era en la zona conocida como el "Tranche", lugar donde existía abundante frondosidad pues en él crecía la hierba más jugosa de todo el prado comunal, mientras que, a ambos lados, tanto del tramo de conducción del agua por amboss lados, como ya al de la propia presa, existían varios chopos, y sobre todo uno, a escasos metros del mismo edificio del molino, cuyo tronco en su base podría rebasar, quizá, los dos metros de circunferencia. También desapareció este gigantesco árbol, ignoro si para viga de "caballete" de alguna casa ó para el "mayo" de los quintos de años posteriores.
AMIGO LUPI: Me alegra que te hagas eco de todo aquello que constituyó los mejores años de nuestra infancia ó nuestra adolescencia (y también algo de los peores), y que lo cuentes aquí. Un abrazo.
Perdonen ustedes, pero no. Y eso es por no estar atentos a lo que os contamos del pueblo en este foro. Concentraros o no os contaremos nada más.
Nos dijo "Povedano" en este mismo foro un 17 de febrero del año del Señor del 2008, a las 15 horas y 17 minutos, lo siguiente:
"Años antes ya la desgracia había sacudido corazones y ánimos de alguna familia povedana. Ocurrió en el viejo molino: eran las cuatro de la tarde, cada cual pendiente de sus quehaceres. De pronto un grito se oyó por encima del tran tran tran del molino y acto seguido un golpe. Todos se volvieron hacia el mismo sitio: arriba la sangre, abajo la criatura inerte. María Mayo -apenas diez y ocho meses de edad- moría el treinta de diciembre de mil ochocientos ochenta y nueve; la mala suerte quiso que a la "rolla" que la llevaba en brazos uno de los engranajes del molino le cogiera el mandil y al girar sobre sí misma la criatura saliera despedida contra la pared. El dolor de aquella familia fue tal, que tuvo que ser, dos días después, un vecino de Tarazona quien compareciera ante el juzgado para manifestar lo ocurrido, aunque "de cuyo suceso tiene ya conocimiento este juzgado". Dicha criatura estaba "domiciliada en el molino denominado de la Concha jurisdicción de esta de Poveda... falleció.... a consecuencia de una hemorragia cerebral y pulmonal por causa traumática (muerte violenta)...". Dice mi madre que su abuela le contó que nunca se limpió aquella pared."
Y ese mismo día un poco más tarde (a las 20 horas y cuatro minutos) nos contó "Povedano" además:
"Años más tarde -02-09-1948- en los alrededores de este molino tuvo lugar otro suceso estremecedor. Después de cargar el carro de bueyes en las canteras, el guía del mismo -Joselito el torero- se paró al pasar por el molino para charlar con las mozas del mismo –jóvenes como él y de buen ver-. Dos niños que andaban por allí (primos, por cierto, y familiares de los molineros) sumaron a sus juegos el carro y los bueyes. Suben y bajan del carro por las ruedas, uno ha tocado a un buey, la carreta se mueve, Vianor Pescador -7 años- cae, la rueda del carro le pasa por encima, Antonio corre, llora, grita…: no sabe qué hacer. El final, lo inevitable: según la autopsia muerte " por aplastamiento del cráneo".
Sobre este molino Manza hace unos días preguntaba si alguien sabía algo. Parece ser que era propiedad de una tal Señorita Cocha de Villaflores, de ahí la placa que existía encima de la puerta con tal nombre. Antes de los Mayo desconozco si hubo otros molineros, pero seguro que sí. Después fue el señor Honorio, marido de Amancia, quien debió comprar el molino. (Honorio, Angel, Angeles, Aguedina y Pura sus hijos). Por la regadera de don Gaspar, que arrancaba en el vaho se llenaba la presa de agua con la que en un principio se movería el molino, después esa misma agua ayudaba a un motor que se oía en el pueblo. Casimiro y Angeles fueron los últimos molineros –a principio de los sesenta empezó a funcionar el nuevo-. Es todo lo que he podido recabar y quizá con errores."
Ahora, en la actualidad, ya sabemos que el molino existe al menos desde 1752, siendo propietario del mismo D. Narciso Albarez.
Saludos cordiales para ambos.
Nos dijo "Povedano" en este mismo foro un 17 de febrero del año del Señor del 2008, a las 15 horas y 17 minutos, lo siguiente:
"Años antes ya la desgracia había sacudido corazones y ánimos de alguna familia povedana. Ocurrió en el viejo molino: eran las cuatro de la tarde, cada cual pendiente de sus quehaceres. De pronto un grito se oyó por encima del tran tran tran del molino y acto seguido un golpe. Todos se volvieron hacia el mismo sitio: arriba la sangre, abajo la criatura inerte. María Mayo -apenas diez y ocho meses de edad- moría el treinta de diciembre de mil ochocientos ochenta y nueve; la mala suerte quiso que a la "rolla" que la llevaba en brazos uno de los engranajes del molino le cogiera el mandil y al girar sobre sí misma la criatura saliera despedida contra la pared. El dolor de aquella familia fue tal, que tuvo que ser, dos días después, un vecino de Tarazona quien compareciera ante el juzgado para manifestar lo ocurrido, aunque "de cuyo suceso tiene ya conocimiento este juzgado". Dicha criatura estaba "domiciliada en el molino denominado de la Concha jurisdicción de esta de Poveda... falleció.... a consecuencia de una hemorragia cerebral y pulmonal por causa traumática (muerte violenta)...". Dice mi madre que su abuela le contó que nunca se limpió aquella pared."
Y ese mismo día un poco más tarde (a las 20 horas y cuatro minutos) nos contó "Povedano" además:
"Años más tarde -02-09-1948- en los alrededores de este molino tuvo lugar otro suceso estremecedor. Después de cargar el carro de bueyes en las canteras, el guía del mismo -Joselito el torero- se paró al pasar por el molino para charlar con las mozas del mismo –jóvenes como él y de buen ver-. Dos niños que andaban por allí (primos, por cierto, y familiares de los molineros) sumaron a sus juegos el carro y los bueyes. Suben y bajan del carro por las ruedas, uno ha tocado a un buey, la carreta se mueve, Vianor Pescador -7 años- cae, la rueda del carro le pasa por encima, Antonio corre, llora, grita…: no sabe qué hacer. El final, lo inevitable: según la autopsia muerte " por aplastamiento del cráneo".
Sobre este molino Manza hace unos días preguntaba si alguien sabía algo. Parece ser que era propiedad de una tal Señorita Cocha de Villaflores, de ahí la placa que existía encima de la puerta con tal nombre. Antes de los Mayo desconozco si hubo otros molineros, pero seguro que sí. Después fue el señor Honorio, marido de Amancia, quien debió comprar el molino. (Honorio, Angel, Angeles, Aguedina y Pura sus hijos). Por la regadera de don Gaspar, que arrancaba en el vaho se llenaba la presa de agua con la que en un principio se movería el molino, después esa misma agua ayudaba a un motor que se oía en el pueblo. Casimiro y Angeles fueron los últimos molineros –a principio de los sesenta empezó a funcionar el nuevo-. Es todo lo que he podido recabar y quizá con errores."
Ahora, en la actualidad, ya sabemos que el molino existe al menos desde 1752, siendo propietario del mismo D. Narciso Albarez.
Saludos cordiales para ambos.