POVEDA DE LAS CINTAS: SIN AMBAJES....

LO IMPOSIBLE

¡Lo dirás tú!, me dijo Leovigildo, como Cristóbal Colón con el brazo levantado apuntando hacia el Molino Viejo, si desde aquí mismo se veía el humo del motor, y allí mismo mató una rolla a un muchacho cuando la apañó el molino por el manteo.
Aunque seguramente hubiera preferido Leovigildo hablar de cosas más sustanciosas, le saqué la conversación del motor del molino para saber la opinión de una persona entendida y por lo general bien informada, una mañana de solana en lo que es la trasera y fachada de la cochera de Evangelista Zazo, (q. e. p. d).
Sabemos que una mentira repetida muchas veces se convierte con el tiempo en una verdad absoluta, aunque, una verdad repetida el mismo número veces genera siempre numerosas dudas, lo cual, y dicho en términos estrictamente científicos: ¡manda cohones!
Le había recordado poco antes a Gilo cuando llegaron al pueblo los motores de riego y los agricultores en un corto espacio de tiempo, para resguardar las máquinas de los amigos de lo ajeno, construyeron casetas por todo el termino con la intención de meter dentro los motores. Poco a poco fueron destruyendo las casetas, pues resulto que los motores no funcionan en espacios cerrados, y en el mejor de los casos hicieron un tejadillo sobre ellos para evitar que el agua de la lluvia los oxidara.
Creaban los motores en el interior de la caseta un ruido ensordecedor, una atmósfera irrespirable tiñendo todo de luto riguroso, elevadas temperaturas que hacían peligrar su funcionamiento, para terminar parándose por falta de aire para la combustión. Inútiles fueron las posibles soluciones que buscaron abriendo en las paredes ventanas adicionales, canalizando al exterior los humos o refrescando con agua las paredes de las casetas, al final, el motor se paraba sin remedio.
Hoy sabemos que puede ser letal el monóxido de carbono resultante de la quema de combustibles fósiles, y muy peligroso poner en funcionamiento un motor alimentado con hidrocarburos en espacios cerrados, arrancar el coche en el interior de la cochera con la puerta cerrada o sin buena ventilación, por ejemplo, porque siendo un gas inodoro e incoloro, pero altamente tóxico, la acumulación del mismo puede causar la muerte por envenenamiento en pocos minutos sin darnos cuenta.
Yo, si lo dice Leovigildo, le creo que hubo un motor en el molino, ya he dicho que es una persona entendida y por lo general bien informada. Incluso Santos Blanco un cura que hizo la mili en Poveda dejó escrito para la historia:

<"Molino de la Concha

Santos Palomero. POVEDA DE LAS CINTAS

El molino viejo, en la actualidad está en ruinas, pero tiene un algo que lo hace especial. Está rodeado de árboles y por el cauce del río, hoy seco.
Es el lugar donde se va el lunes de aguas a comer el hornazo. A penas quedan dos paredes del mismo, y parte del motor, fabricado en Manchester. En las inmediaciones del molino hay un montículo, desde el cual se puede ver varios Km a la redonda. Este montículo está cubierto de tomillo, lo cual lo adorna de un aroma idóneo, difícil de describir, tan solo se puede saber lo que allí se siente, cuando tienes la suerte de pisarlo. El molino sirvió de casa y negocio a una familia, que llamaban los molineros a finales del siglo XIX, principios del siglo XX.
El cauce del río que lo custodia, está lleno de sauces llorones, álamos y otras especies.

Subiendo el camino del molino, se llega a las canteras, que como su propio nombre indica es una cantera de piedra arenisca, seguramente utilizada por los habitantes del pueblo para realizar algunas de sus construcciones. Esta cantera es tan solo un corte vertical en la tierra de apenas dos metros. Desde ella se pueden ver varios pueblos, debido a su posición privilegiada y dotada de cierta altura. Puedo afirmar que desde allí las puestas de sol son impresionantes, pudiendo ver perfectamente en una tarde despejada como se va escondiendo el sol en el horizonte.
En cuanto al molino y sus inmediaciones no se pueden dar más referencias, ya que no se tienen documentos que hayan resistido a lo largo de la historia. Lo que sé es por lo que he oído y además tan solo me ciño a describir lo que veo y lo que siento cuando estoy en él">

Bien se nota que lo que sabe Santos es por lo que ha oído, pues hasta mi última visitas estaban en pie las cuatro paredes tal y como puede verse en este foro en la mayoría de las fotografías del Molino de la Concha.
Pero no puedo evitar hacerme estas preguntas:
¿Para qué querían los molineros el molino de agua teniendo un motor para moler? Tantas molestias para llevar el agua hasta allí...
¿Cómo funcionó el motor en un espacio cerrado si ninguno funciona, ni antaño ni hogaño?
¿Cómo pudieron vivir los molineros en una atmósfera tan hostil y niños incluso?
¿Por qué no ensordecieron los niños con el ruido del motor instalado prácticamente a la cabecera de su cama?
Si no es posible la vida, incluso las plantas cercanas a un motor mueren, donde funcione un motor, ¿murieron los molineros envenenados por el monóxido de carbono?
Si vio desde el pueblo Leovigildo el humo, y se supone que fue grande la humarada, ¿por qué no ha quedado ni rastro del humo ni en las paredes ni el interior del molino?
Pude haberme callado, pero le dije: creo Leo que no existió nunca un motor en el Molino Viejo.
¡Lo dirás tú!, si desde aquí mismo se veía el humo del motor, y allí mismo mató una rolla a un muchacho cuando la apañó el molino por el manteo.

EL MOLINO DE LA CONCHA. ALGUNAS PUNTUALIZACIONES.

Los interrogantes que el amigo Gardel nos ha dejado aquí pueden ser aclarados, hasta donde podemos hacerlo, pero creo que con suficiente causa y razón. Y así, tenemos que:

a) " ¿Para qué querían los molineros el molino de agua teniendo un motor para moler?. Tantas molestias para llevar el agua hasta allí..." ACLARACIÓN: El motor sólo se utilizaba para moler en contadas ocasiones, y sólo cuando ya se había acabado el agua de la presa, siendo ésta principal elemento, entonces indispensable y gratuito para llevar a cabo la molienda en tanto hubiera la suficiente. Y debo decir también que, por aquel entonces, la aportación de la misma procedente del río era de tal abundancia, que solamente en contadas ocasiones se recurría al auxilio del motor, el cual yo vi en funcionamiento en más de alguna ocasión. El agua del subsuelo procedente de la práctica totalidad de los términos municipales de Campo de Peñaranda, Riolobos y el del propio de Poveda, hasta el nivel del cauce del rio, con la aportación de todos los regatos, era caudal suficiente, incluso abundante, porque entonces no existía ni una sola extracción del referido subsuelo salvo media docena de insignificantes norias que sólo la extraían en verano y en raquítica cantidad, mientras que, la labor de molienda en general, entonces, se practicaban en aquellos largos inviernos, lo que, unido a lo prolongado que éstos eran y a la pluviosidad que entonces aportaban, al menos hasta la primera mitad del siglo XX, daban lugar a agua abundante que llegaba a la presa constituyendo un filón inagotable de fuerza gratuita que es la que dio lugar al surgimiento del molino en su día, y a la grandeza que éste alcanzó. Yo siendo niño llegué a presenciar decenas de carros de distintos pueblos cargados de grano para moler, esperando turno en la pequeña explanada que existía junto al mismo. Los que inventaron la presa y el molino no tenían un pelo de tontos. ¡Y vaya si le sacaron jugo!. La prueba está en que, la demanda de molienda superaba a la capacidad del mismo y ello dio lugar al recurso de un motor de gas-oil, al que yo vi funcionar en más de alghuna ocasión. Los gases que producía, salían integramente por una chimenera cuya salida superaba la altura del tejado, por lo que, de contaminación, prácticamente nada. Y el ruido, que efectivamente lo tenía, sólo por el día, durante la noche "dormía". Y en la casa que lo albergaba, que yo recuerde, jamás aw pernoctaba en la misma. Tenían vivienda propia en el pueblo.

Por cierto, y ya de paso, diré que la auténtica dueña del mismo, se llamaba AMANCIA PERLINES, y LA CONCHA, que es el nombre de actualidad, era el de una de las tres hijas, que la Sra. Amancia tenía, (casada con Eustaquio de la Torre) pues tambien eran hijas otras dos (Ángeles, casada con Casimiro, y Aguedina, con Teodoro, hijo del Sr. Hilario Secretario del Ayuntamiento de Villaflores, que pasó a serlo tambien del de Poveda, sucediendo a D. Isidro, procedente del Villar de Gallimazo), y otros dos hijos más: Manolo y Ángel.

A mayor abundamiento de la etapa de prosperidad molinera, un indicio claro es el de que, en aquellos tiempos en que no, se veía un sólo vehículo a motor, dio lugar al primer vehículo domiciliado en Poveda, una furgoneta; la compró Manolo, también conocido como Manolo el molinero, hijo mayor, como dije antes, de la Sra. Amancia Perlines. Fue utilizada en todo tipo de transportes y sobre todo en las fiestas de los pueblos de la contorna, sirviendo de autoobús para los mozos del pueblo a los que transportába dando acogida en ella a 14 ó 15 (poco después sería suplido por el "Rácano", del que hablaremos otro día). Volviendo al motor del molino, como final de este apartdado diré que nunca dio lugar a peligro ó riesgo, que se sepa. Los escapes de gas del motor diesel de explosión, ubicado en habitáculo independiente de la vivienda. Los gases, como antes dije, salían directamente desde el motor al exterior por la chimenera instalada a tal fin su perando el tejado. El humo, efectivamente bien negro, no solamente lo vio Gilín, sino también todos los povedanos de la época.

El apartado b), para otro día. Saludos a la povedanía.

CON RUEDAS DE MOLINO

Decíamos ayer, y errábamos, que fue Santos Blanco a decir haber visto un motor en el Molino de la Concha. Lo cierto es que, y aunque Santos Blanco también fue cura en Poveda de las Cintas, aparte de misa no dijo prácticamente nada el buen hombre, era mucho más alegre y comunicativa su hermana Felicitas, y mucho más aún su hermano Felipe.
A escribir esta historia del Molino de la Concha y otras, referentes al pueblo y su historia fue Santos Palomero. Allá por finales de los años 70 y principios de los 80 siendo cura en Poveda de las Cintas, organizó y motivó a la juventud de entonces en diferentes temas culturales e históricos relacionados con el pueblo, y recopilando información donde la hubiera sobre su historia, costumbres, folklore, etc., dejarnos algunos escritos de cosas nuestras, y que iré poniendo en este foro poco a poco, así como, una revista informativa donde en colaboración con algunos jóvenes de entonces nos cuentan a grandes rasgos la historia povedana, discutible en algunos casos, pero es la historia que hay.
Dábamos a entender ayer mismo, hablando del Molino de la Concha, la imposibilidad de que compartieran techo un motor en funcionamiento y una familia de molineros, de modo tal que era imposible en un espacio más bien reducido, que no hubieran muerto los molineros envenenados por el monóxido de carbono. Por otra parte, sería poco menos que ridículo montar un motor en un molino para mover las piedras de moler, y sería, salvando las distancias, como instalar hoy en día un airbag en un burro. ¿Tú has visto alguna vez amigo lector un borrico con airbag? Pues eso; ridículo.
Me libre Dios de la tentación de llevar a nadie la contraria, pero lo imposible es imposible, y si en el ya de por si pequeño molino hacemos un apartado independiente de la vivienda para el motor, resulta que sería más pequeño aún que las casetas que construyeron los agricultores para los suyos, En este punto, recordaremos que los motores se paraban por falta de aire para la combustión, y no me vengas a decir: ¡coño, habrían la ventana!
Tenia la molinera la insana costumbre entonces, de salir del molino por las mañanas con el orinal en una mano y el puchero de hacer las sopas de ajo en la otra, aseguran, que vaciando el orinal en el estanque de agua justo frente a la puerta del molino llenaba el puchero en las mismas aguas con la otra mano para hacer las sopas del desayuno. De ahí deduzco que allí moraron, aunque después marcharan al pueblo. Esto supone, que si vivieron allí lo hicieron en un espacio muy reducido, ya he dicho que es muy chico aquello, y expuestos al veneno del monóxido de carbono.
Está por aclarar, si la instalación del motor fue por la mucha demanda de molienda, estaría entonces el motor equipado con su propio mecanismo para moler, más trastos para el cuartucho, de ser la instalación para mover las piedras del molino, molería exactamente a la misma velocidad que el molino de agua y, tampoco sería mucho el veneficio.
Entré en el molino de la Concha hace ya casi medio siglo, cuando aún no habían los bárbaros quemado a la lumbre: mesas, puertas, alacenas y todo lo que se puede quemar. Cuando aún estaba intacto el interior del molino con sus cosas de moler. y nunca vi un motor ni resto alguno que hiciera suponer su existencia. Y lo que es sumamente importante: las paredes encaladas completamente blanca, aún queda alguna.
Dejemos un pequeño margen a la duda y supongamos que el humo que se veía desde el pueblo fuera el de la chimenea de la lumbre, que cuando había mucha molienda, la gente entonces tenía paciencia para esperar, y que cuando no había agua no se molía.
A veces nos da por suponer que almacenaban el agua en el estanque para tiempos de sequia;
lo cierto es que habría tardado el agua muy poco tiempo en desaparecer embebida por la tierra. De esto saben mucho aquellos agricultores de entonces que hicieron estanque en sus fincas para desde allí regar las partes inaccesibles o almacenar el agua de lluvia. El motivo de construir un estanque justo junto al molino es para darle al agua por su propio peso y un pequeño desnivel la fuerza de empuje necesaria para mover el mecanismo del molino. Con el agua almacenada habrían molido bien poco.
¡Oye, pero yo no digo nada, eh!, por lo menos hasta que se pronuncie Lupi que tiene mejor memoria.

RUEDAS DE MOLINO PUEDEN SERLO TAMBIÉN ALGUNAS APRECIACIONES EN RELACIÓN CON EL DE LA CONCHA. (Algunas reflexiones destinadas con afecto al detractor del mismo, Monsieur Gardel).

En mi adorada infancia que no siempre lo fue tanto, recuerdo que la presa destinada a recoger agua suficiente para mover la muela que trituraba el cereal de grano de la contorna en el Molino de la Concha, entonces desconocido con tal denominación, nunca conocí el nivel del agua de la misma rebajado en más de 30 ó 40 centímetros. Y asimismo, recuerdo también que, en el radio de unos diez metros de la semi-circunferencia formada por la pared de retención, próxima a la llave de paso, hacia el interior de la presa, habría como unos 400 metros cudrados de extensión de agua, mientras que la profundidad fácilmente alcanzaría entre uno y tres metros. Recuerdo igualmente que cuando nos íbamos a bañar los días 18 y 25 de julio, únicas fiestas toleradas como descanso público en todo el verano, en las proximidades de la llave de la presa para dar paso al agua, solamente podían bañarse los que sabían nadar. Si a ello añadimos que merced al enganche del ramal de agua sobre el río que la alimentaba, y que éste prácticamente absorbía la totalidad del caudal del mismo, y asimismo, que en pleno estío podían abrevar en él todas las mulas y bueyes de la labranza ocupados en el mismo por los vecinos, que entonces eran cientos, al discurrir por su cauce agua corriente absolutamente limpia, fácilmente se colige que, al menos durante ocho meses al año, no necesitaba motor alguno el molino para atender la molienda. El mencionado caudal del río duarante los ocho meses de invierno fácilmente su caudal podría alcanzar uno ó dos metros cúbicos por segundo, y éstos iban íntegramente a la presa. Pocos años después, los cientos de pozos de sondeo y sobre todos las prolongadas sequías acabaron con el negocio de la molienda, mientras que el cieno que arrastraron las escasas crecidas esporádicas, fueron rellenando el hueco de la presa con barro y otras inmundicias hasta dejarlo irreconocible. Adrián nacio demasiado tarde para haber conocido todo esto. De todo ello podrían dar fé no pocos labradores del vecino pueblo de Villaflores... que aún disfrutan de la vida.

Adrían: no seas tan pesimista con lo de tu pùeblo. Un abrazo, Fermín.

Imagino buen amigo, que donde dijiste pesimista hubieras preferido decir: derrotista, claudicante o agorero. Y aunque razones no me faltan para ser cualquiera de estos adjetivos y alguno más, ni lo uno ni lo otro creo ser, tal y como trataré de demostrar a continuación.
Otro día, con calma y algo más de tiempo, te hablaré para contarte lo que significó para muchos de nosotros el río Poveda, el molino de la Concha, el caño Viajo y algunas cosas más. Pues, mientras para unos fueron ornamentos decorativos que hicieron al pueblo más o menos bonito, para otros fueron cosas muy importantes e incluso vitales en algunos casos, como es el del río Poveda para muchas familias povedanas.
Inútil sería negarlo, o al estilo de la antigua Roma jurar y testificar en este foro que no soy un apasionado de lo povedano. Es sabido, que he hablado en este espacio de lo nuestro como nadie nunca más lo hubiera hecho, pues he dicho en este espacio y otros hablando de la torre del campanario de la iglesia que majestuosamente se eleva al cielo su impresionante espadaña, y la verdad, no es para tanto. He dicho haber hallado en el río Poveda mirando desde el alto de la "señá" Lucía su imponente belleza y grandiosidad de los buenos tiempos, cierta similitud o parecido con el río Ganges a su paso por Benarés. Os he contado que el molino Viejo fue lo más hermoso que vieron nunca mis ojos, y eso que he visto algunas maravillas al otro lado del mar: he visto una diosa asomada a una ventana en bata de andar por casa, jardines que florecen en el cielo sin mediación de la madre tierra, he posado mis ojos sobre montañas grandiosas y altivas y nunca vi en ello la singular belleza del molino de la Concha entonces. Y añado ahora, que en ningún lugar del mundo trinan los "gurriones", (que diría el señor Joaquín Monsalvo), en modo tan sublime, grandioso y espléndido como lo hacen en los tejados de las tinadas del pueblo.
Se entenderá sin duda en mi torpe palabra y las razones que aporto, que más que pesimista soy yo un optimista de cojo...

Feliz finde para todos

SIN AMBAJES.

Soy yo más "gardelista" que el propio Gardel, y por ello, el primero en reconocer los valores que le acompañan, cuales son, sin duda alguna, los referidos a haber sido el primer trovador en ensalzar con el propio esfuerzo, y sobre todo, con su inteligencia y su mucho entusiasmo, los de este trocito de tierra que le vio nacer llamado Poveda de las Cintas, y que, según el Registro Civil del Municipio, tales atributos se corresponden con los que se le deben al ciudadano Adrián Yenes. Otros hemos intentado imitarle viendo su ejemplo, pero sólo hemos llegado a lo intrascendente, es decir, a lo que está al alcance de cualquiera. Adrián como patriota incansable del povedanismo a ultranza sin más recompensa que el entusiasmo en llevarlo a efecto, los hechos son tozudos y lo que éstos cantan, hasta aquí y en ese lugar, a través de sus hechos y andanzas, son los de que nadie le ha ganado a ser el primer trovador de los encantos de este trocito de tierra enclavado geográficamente en la meseta que da nombre a Castilla y León, que es tanto como decir en la más española de las Comuniddes existentes nacidas en la actual situación geopolítica, y a la vez, la más histórica en la defensa de los valores que integran España. Por consiguiente, olvidemos los molinos fantasmagóricos que entusiasmaban a Don Quijote en sus andanzas por la otra Castilla, la de la Mancha, y tengamos el suficiente valor para reconocer, con el pragmatismo de cualquier sancho panza, lo que es la realidad de "nuestro" molino de "La Concha", "de nuestro" Caño Viejo", de nuestro insignificante "río Poveda" y de todas las demás erróneas apreciaciones y debilidades para distinguir la realidd de lo ficticio, o dicho de otro modo, las de llamr pan al pan, y al vino, vino.

Con el afecto que en estas líneas pongo, un cordial saludo a la povedanía.