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POVEDA DE LAS CINTAS: VOLVAMOS A NUESTRO VIEJO CAÑO.- Decíamos el otro día...

VOLVAMOS A NUESTRO VIEJO CAÑO.- Decíamos el otro día en un mensaje más, mejor dicho, preguntábamos, cuáles habrían sido tiempos mejores en nuestro pueblo considerados desde la perspectiva de hoy, y de cada cual, es decir, de si los pasados o los presentes, pregunta obviamente referida a quienes hayan vivido ambas. Ciertamente yo esperaba aquí la intervención de cualesquiera otro povedano que, seguramente con opinión más acertada y con más propiedad que yo, podría aportar vivencias, razonamientos, circunstancias, etcétera, en pro de su tesis, más hasta aquí no ha llegado ninguna, lo que no nos hace suponer que lo deja para mejor ocasión. Yo voy a ampliar aquí, hoy sólo en pequeña medida, la que inicié en mi anterior mensaje. De entrada y según entiendo, las generaciones que hoy han pasado ya a ser padres ó abuelos, nacidas más o menos en las décadas del segundo tercio de 1999 o en sus proximidades, todas ellas hoy en edad madura, sin duda tuvieron un mundo infinitamente más difícil que el de las generaciones posteriores, al menos en cuanto a la posibilidad de oportunidades para encontrar un porvenir más brillante o llevadero, o más acorde con sus pretensiones y capacidad de superación, incluso para algo más simple y elemental, como sería la mínima felicidad que requiere cualquier trayectoria humana en el medio de vida donde te desenvuelves. Por lo pronto, los medios materiales en todos los sentidos a partir de década de los setenta, en favor de las generaciones posteriores, experimentó un salto de proporciones absolutamente insospechadas en sólo unos años, tanto en la abundancia de medios técnicos como en la de posibilidades para, a través de ellos, lograr un mejor nivel de vida, tales como la motorización en toda clase de actividades, laborales o domésticas, la proliferación de las comunicaciones en las distintas y múltiples facetas en que se han multiplicado, y otras más que harían prolijo enumerarlas una a una. El tren de la vida para esas generaciones, ya había pasado en el mejor de los casos. Sin salir de la vida rural de nuestro pueblo, basta un solo detalle: compárese el esfuerzo, el sacrificio, las carestías de todo tipo, los medios rutinarios (basta recordar el arado romano), la raquítica escasez del resultado económico de tanto sacrificio, todo ello referido a ese dato único de la recolección agrícola de cada año, prácticamente actividad igualmente unitaria, y por añadidura, monocultivo de producto y de medio de vida en el ámbito local, comparándolos con los resultados y la forma de conseguirlos de hoy. La distancia era y es abismal. Salvo las abundantes reservas de patrimonio, privilegio de sólo unos pocos, el porvenir de esas generaciones en su época de jovenes, era harto problemática. Pero ojo, eso no quiere decir que fueran más infelices, ni que por eso llegaran a amilanarse. Otro día hablaremos de ello.