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¡CUÁL FUE LA RAZÓN?.
La entrada de los feligreses a la Iglesia Parroquial de Poveda de las Cintas, mi pueblo, lo fue siempre a través del acceso lateral situado a la izquierda del cuerpo principal del edificio que aún puede apreciarse en la fotografía del frente del mismo. El cambio realizado con posterioridad en los años sesenta en la forma en que se encuentra ahora para cambiar dicho acceso, es decir, a través del muro que es a la vez torre y soporte del campanario, estéticamente puede estar más conseguido sin duda alguna, pero dicho ésto, qué error o poca imaginación pintar de blanco los muros y columnas del pequeño habitáculo construido a tal fin, el cual protege la referida puerta de entrada principal al recinto rompiendo la estética de la torre-espadaña que lo preside. Habiendo dejado el habitáculo protector con el simple ladrillo de cara vista con el que se construyó en su día como el de la propia torre, se habría ganado en estética, y en haber logrado su mantenimiento eterno. Con el debido respeto, el blanco relumbrante allí, además del gasto del mantenimiento que exige dicha blancura, estéticamente se nos antoja un "pegote".
Disculpen los que entiendan lo contrario. Esto no es más que un parecer con la mejor intención.
La entrada de los feligreses a la Iglesia Parroquial de Poveda de las Cintas, mi pueblo, lo fue siempre a través del acceso lateral situado a la izquierda del cuerpo principal del edificio que aún puede apreciarse en la fotografía del frente del mismo. El cambio realizado con posterioridad en los años sesenta en la forma en que se encuentra ahora para cambiar dicho acceso, es decir, a través del muro que es a la vez torre y soporte del campanario, estéticamente puede estar más conseguido sin duda alguna, pero dicho ésto, qué error o poca imaginación pintar de blanco los muros y columnas del pequeño habitáculo construido a tal fin, el cual protege la referida puerta de entrada principal al recinto rompiendo la estética de la torre-espadaña que lo preside. Habiendo dejado el habitáculo protector con el simple ladrillo de cara vista con el que se construyó en su día como el de la propia torre, se habría ganado en estética, y en haber logrado su mantenimiento eterno. Con el debido respeto, el blanco relumbrante allí, además del gasto del mantenimiento que exige dicha blancura, estéticamente se nos antoja un "pegote".
Disculpen los que entiendan lo contrario. Esto no es más que un parecer con la mejor intención.