LA SITUACIÓN DE LA NACIÓN
Últimamente se habla demasiado del "Estado de la Nación", pero se habla de forma superflua e incidiendo únicamente en aquellos aspectos de los que el "poder" quiere que se hable; ocultando así otros aspectos sobre los que no se quiere que se discuta, ni tan siquiera que se nombre.
Son muchos los aspectos que se deberían de poner encima de la mesa para poder tener una idea aproximada de la "situación" de nuestra Nación (hablo de "situación" y no de "estado" para poder hablar en el futuro de la "situación del Estado", que no es lo mismo que la "situación de la Nación").
El aspecto del que voy a tratar ahora lo voy a limitar a la deriva de la Nación hacia lo que algunos llaman "república bananera". Esta expresión tiene su raíz histórica en países centroamericanos tomados a la fuerza por EE. UU., en donde imponían gobiernos tiranos para defender sus explotaciones de bananas (incluso con intentos de restaurar la esclavitud como pasó en Guatemala). Eran países y naciones gobernadas por "peleles", cuyas riquezas están en manos extranjeras, dejando lo poco que queda en manos de caciques locales y cuyo pueblo estaba subyugado con unos salarios de subsistencia y con un analfabetismo e incultura impuesta por esos peleles y sus amos extranjeros.
Actualmente el término república bananera se utiliza de forma peyorativa aludiendo al desmadre y desgobierno de una nación y no a sus orígenes históricos. Pero nada más lejos de la realidad; en poco más de 40 años España se ha convertido sin lugar a dudas en una "monarquía bananera". Veamos:
1º.- La industria pesada española se desmanteló a manos de un político al que los historiadores, si son fieles a la verdad, lo tacharán como uno de los mayores traidores de España (no digo el nombre porque con las nuevas leyes tiránicas que han aprobado los peleles podrían condenarme a pena de cárcel; la libertad de expresión y de discrepancia ha sido abolida con la "Ley Mordaza").
A cambio de subvenciones de la U. E., se cerraron o casi desaparecieron altos hornos, acererías, astilleros, fábricas de maquinaria pesada, de camiones, tractores, autobuses, la incipiente fábrica de aviones, etc. Y las que no cerraron se entregaron casi regaladas a capital extranjero (fábricas de vehículos, electricidad, petroleras, aseguradoras, bancos, etc.)
Esto lo hicieron siguiendo el maldito "mantra" de la reconversión industrial. Nadie se planteó en qué consistía realmente esa reconversión y porqué la U. E. regaló tanto dinero para que se cerrara o entregara todo el tejido industrial básico de la Nación. Sólo nos dijeron que esa industria no era competitiva y que para poder entrar en la U. E. el Estado debía deshacerse de todas la industria pública (que era casi la totalidad de la industria pesada que existía en esta Nación). Incluso casi regalaron a extranjeros explotaciones mineras estratégicas que eran rentables.
(sigue)
Últimamente se habla demasiado del "Estado de la Nación", pero se habla de forma superflua e incidiendo únicamente en aquellos aspectos de los que el "poder" quiere que se hable; ocultando así otros aspectos sobre los que no se quiere que se discuta, ni tan siquiera que se nombre.
Son muchos los aspectos que se deberían de poner encima de la mesa para poder tener una idea aproximada de la "situación" de nuestra Nación (hablo de "situación" y no de "estado" para poder hablar en el futuro de la "situación del Estado", que no es lo mismo que la "situación de la Nación").
El aspecto del que voy a tratar ahora lo voy a limitar a la deriva de la Nación hacia lo que algunos llaman "república bananera". Esta expresión tiene su raíz histórica en países centroamericanos tomados a la fuerza por EE. UU., en donde imponían gobiernos tiranos para defender sus explotaciones de bananas (incluso con intentos de restaurar la esclavitud como pasó en Guatemala). Eran países y naciones gobernadas por "peleles", cuyas riquezas están en manos extranjeras, dejando lo poco que queda en manos de caciques locales y cuyo pueblo estaba subyugado con unos salarios de subsistencia y con un analfabetismo e incultura impuesta por esos peleles y sus amos extranjeros.
Actualmente el término república bananera se utiliza de forma peyorativa aludiendo al desmadre y desgobierno de una nación y no a sus orígenes históricos. Pero nada más lejos de la realidad; en poco más de 40 años España se ha convertido sin lugar a dudas en una "monarquía bananera". Veamos:
1º.- La industria pesada española se desmanteló a manos de un político al que los historiadores, si son fieles a la verdad, lo tacharán como uno de los mayores traidores de España (no digo el nombre porque con las nuevas leyes tiránicas que han aprobado los peleles podrían condenarme a pena de cárcel; la libertad de expresión y de discrepancia ha sido abolida con la "Ley Mordaza").
A cambio de subvenciones de la U. E., se cerraron o casi desaparecieron altos hornos, acererías, astilleros, fábricas de maquinaria pesada, de camiones, tractores, autobuses, la incipiente fábrica de aviones, etc. Y las que no cerraron se entregaron casi regaladas a capital extranjero (fábricas de vehículos, electricidad, petroleras, aseguradoras, bancos, etc.)
Esto lo hicieron siguiendo el maldito "mantra" de la reconversión industrial. Nadie se planteó en qué consistía realmente esa reconversión y porqué la U. E. regaló tanto dinero para que se cerrara o entregara todo el tejido industrial básico de la Nación. Sólo nos dijeron que esa industria no era competitiva y que para poder entrar en la U. E. el Estado debía deshacerse de todas la industria pública (que era casi la totalidad de la industria pesada que existía en esta Nación). Incluso casi regalaron a extranjeros explotaciones mineras estratégicas que eran rentables.
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Acertado y aplaudido análisis de la situación de la Nación, (que no del Estado). ¡enhorabuena Antonio!
Por si fueran pocas las injustas tropelías que valoras sobre los que abusan de su poder o de su autoridad y los problemas que nos ocasionan, salta estos días a la actualidad y a los medios de comunicación un nuevo rompecabezas: la "injusticia de la Justicia", ¡una inmoralidad!, ¡un abuso!, ¡una sinrazón! Hablo, como no podía ser de otro modo, de la vaca Margarita. Mientras las autoridades y la justicia condenan a Margarita a muerte por no tener en regla la correspondiente documentación, buena parte de la opinión pública asegura que la vaca es inocente, que no ha cometido delito alguno, y que, en todo caso, es el propietario de la vaca quien ha de ser sacrificado por "dejao". Ya digo, por si no tuviéramos ya bastantes problemas.
Hablando de vacas, me viene a la memoria una historia de mi juventud, que aunque ha perdido el encanto de las cosas de antes tiene su aquel.
Estaban Cleopatra y Emilio sentados en la cocina de su humilde hogar, cuando llamaron a la puerta de su casa.
¡Toc, toc!
¿Quién es?, preguntó Cleopatra sin entusiasmo desde la cocina.
¡La vaca!, respondieron desde el otro lado de la puerta.
¡Imposible!, respondió Cleopatra. ¿Quién es?, preguntó de nuevo.
¡La vaca!, respondieron otra vez desde el otro lado de la puerta.
¿Verdad Emilio que es imposible que sea la vaca?, preguntó Cleopatra a su marido.
¡Imposible, Cleo!, dijo Emilio dando la razón a su mujer.
¿Quién es?, preguntaron, esta vez al unísono Emilio y Cleopatra.
¡La vaca!, respondieron desde la puerta a la pregunta del matrimonio.
¿Quién es?, casi gritó Emilio golpeando su puño sobre la mesa.
¡La vaca!, respondió una voz malhumorada al otro lado de la puerta.
Pues no va Antonio Cleopatra..., abre la puerta...., y era la vaca.
Feliz fin de semana.
P. D. Bueno Antonio, ¿qué hacemos con la vaca Margarita? ¿Y con los otros?
Por si fueran pocas las injustas tropelías que valoras sobre los que abusan de su poder o de su autoridad y los problemas que nos ocasionan, salta estos días a la actualidad y a los medios de comunicación un nuevo rompecabezas: la "injusticia de la Justicia", ¡una inmoralidad!, ¡un abuso!, ¡una sinrazón! Hablo, como no podía ser de otro modo, de la vaca Margarita. Mientras las autoridades y la justicia condenan a Margarita a muerte por no tener en regla la correspondiente documentación, buena parte de la opinión pública asegura que la vaca es inocente, que no ha cometido delito alguno, y que, en todo caso, es el propietario de la vaca quien ha de ser sacrificado por "dejao". Ya digo, por si no tuviéramos ya bastantes problemas.
Hablando de vacas, me viene a la memoria una historia de mi juventud, que aunque ha perdido el encanto de las cosas de antes tiene su aquel.
Estaban Cleopatra y Emilio sentados en la cocina de su humilde hogar, cuando llamaron a la puerta de su casa.
¡Toc, toc!
¿Quién es?, preguntó Cleopatra sin entusiasmo desde la cocina.
¡La vaca!, respondieron desde el otro lado de la puerta.
¡Imposible!, respondió Cleopatra. ¿Quién es?, preguntó de nuevo.
¡La vaca!, respondieron otra vez desde el otro lado de la puerta.
¿Verdad Emilio que es imposible que sea la vaca?, preguntó Cleopatra a su marido.
¡Imposible, Cleo!, dijo Emilio dando la razón a su mujer.
¿Quién es?, preguntaron, esta vez al unísono Emilio y Cleopatra.
¡La vaca!, respondieron desde la puerta a la pregunta del matrimonio.
¿Quién es?, casi gritó Emilio golpeando su puño sobre la mesa.
¡La vaca!, respondió una voz malhumorada al otro lado de la puerta.
Pues no va Antonio Cleopatra..., abre la puerta...., y era la vaca.
Feliz fin de semana.
P. D. Bueno Antonio, ¿qué hacemos con la vaca Margarita? ¿Y con los otros?