NUBARRONES EN EL HORIZONTE.
En nuestro pequeño pueblo de la meseta castellano-leonesa que, como en tantos otros de los que integran la misma, incluidos también la de los que conforman las de la totalidad de este país llamado España, poblado en más de un treinta por ciento por vecinos y patriotas que han rebasado la edad de los sesenta-setenta años de edad, y por consiguiente, la de ser honrados subsidiados adscritos a la obtención de ese modesto derecho a percibir una modesta cantidad mensual en calidad de beneficiarios nacionales llamada subsidio, seguramente les ha encogido el corazón la noticia difundida estos días por distintos medios que nos advierten de que, si la cuantía del mismo es ya de por sí escasa y magra, estamos corriendo el riesgo de que se reduzca peligrosamente a límites de casi miseria en un inmediato futuro, pintado con pelos y señales en virtud de que, según la evolución de los tiempos y otra serie de circunstancias económicas, las reservas del Tesoro Nacional que las suministran, peligrosamente le han sido menguadas en los ingresos de los que se nutre para atender tan imperiosas necesidad en los subsidiados que integran este capítulo de necesitados. Las cifras y datos suministrados en tal sentido son harto significativos y preocupantes. Y por si fuera poco, la pertinaz sequía sigue ahí amenazando carestías en la luz, en los productos del campo y en tantos otros, llegando a límites que nadie podría suponer hace tan sólo un par de años.
Si tras todo esto, todavía alguien nos dice por ahí publicándolo a diestro y siniestro que formamos parte de esa España que les roba, y que, por ello se han visto obligados a querer marcharse de esta casa endeudada hasta las cejas en más de cincuenta mil millones de euros por dispendios a los que ellos son ajenos, y que por ello se los han gastado, APAGA Y VÁMONOS.
En nuestro pequeño pueblo de la meseta castellano-leonesa que, como en tantos otros de los que integran la misma, incluidos también la de los que conforman las de la totalidad de este país llamado España, poblado en más de un treinta por ciento por vecinos y patriotas que han rebasado la edad de los sesenta-setenta años de edad, y por consiguiente, la de ser honrados subsidiados adscritos a la obtención de ese modesto derecho a percibir una modesta cantidad mensual en calidad de beneficiarios nacionales llamada subsidio, seguramente les ha encogido el corazón la noticia difundida estos días por distintos medios que nos advierten de que, si la cuantía del mismo es ya de por sí escasa y magra, estamos corriendo el riesgo de que se reduzca peligrosamente a límites de casi miseria en un inmediato futuro, pintado con pelos y señales en virtud de que, según la evolución de los tiempos y otra serie de circunstancias económicas, las reservas del Tesoro Nacional que las suministran, peligrosamente le han sido menguadas en los ingresos de los que se nutre para atender tan imperiosas necesidad en los subsidiados que integran este capítulo de necesitados. Las cifras y datos suministrados en tal sentido son harto significativos y preocupantes. Y por si fuera poco, la pertinaz sequía sigue ahí amenazando carestías en la luz, en los productos del campo y en tantos otros, llegando a límites que nadie podría suponer hace tan sólo un par de años.
Si tras todo esto, todavía alguien nos dice por ahí publicándolo a diestro y siniestro que formamos parte de esa España que les roba, y que, por ello se han visto obligados a querer marcharse de esta casa endeudada hasta las cejas en más de cincuenta mil millones de euros por dispendios a los que ellos son ajenos, y que por ello se los han gastado, APAGA Y VÁMONOS.