SIGO CREYENDO QUE SE PERDIÓ UNA GRAN OPORTUNIDAD, ¿O NO?.
Querida Faca: Decías en tu mensaje de anteayer, aunque fuera con interrogantes, que posiblemente no hubieran sido más felices esas dos povedanas a las que yo me he referido por el hecho de no haber llegado a ser grandes atletas de renombre. Por supuesto, puede que tengas razón ya que no existe baremo alguno que defina la felicidad como algo concreto y específico, es decir, esa estado de gracia que cada cual idealiza a su manera y lo siente como el mejor de las posibles.
De entrada, hay que admitir que no existe configuración alguna que resulte la idónea para definir la felicidad como algo concreto y previsible. Aquel viejo refrán que pronosticaba "donde no hay harina, todo es mohina", la sabidura popular parece que esta situación de penuria nos la presenta como la antítesis de lo que debe ser una felicidad risueña, es decir, como la parte negativa del evento.
Pero dicho lo que precede, entiendo que tan feliz o más`puede ser el pastor con sus ovejas que el catedrático en su exposición doctoral. Ambos contribuyen a formar la de otros en sus respectivos campos de actuación. Más volviendo a eas dos chicas povedanas, lo único que cabe añadir es de que no fueron informadas en su día de la posibilidad de elegir. Todo ello, independientemente de que la condición de atleta es perfectamente compatible con la de ama de casa y con el ejercicio de sus labores. Pregunto: ¿en el supuesto de haber recibido esa información en tiempo y forma, la habrían rechazado?.
(Faca: me parece muy bien que opines, eso es democracia y libertad. Un cordial saludo para ti).
Querida Faca: Decías en tu mensaje de anteayer, aunque fuera con interrogantes, que posiblemente no hubieran sido más felices esas dos povedanas a las que yo me he referido por el hecho de no haber llegado a ser grandes atletas de renombre. Por supuesto, puede que tengas razón ya que no existe baremo alguno que defina la felicidad como algo concreto y específico, es decir, esa estado de gracia que cada cual idealiza a su manera y lo siente como el mejor de las posibles.
De entrada, hay que admitir que no existe configuración alguna que resulte la idónea para definir la felicidad como algo concreto y previsible. Aquel viejo refrán que pronosticaba "donde no hay harina, todo es mohina", la sabidura popular parece que esta situación de penuria nos la presenta como la antítesis de lo que debe ser una felicidad risueña, es decir, como la parte negativa del evento.
Pero dicho lo que precede, entiendo que tan feliz o más`puede ser el pastor con sus ovejas que el catedrático en su exposición doctoral. Ambos contribuyen a formar la de otros en sus respectivos campos de actuación. Más volviendo a eas dos chicas povedanas, lo único que cabe añadir es de que no fueron informadas en su día de la posibilidad de elegir. Todo ello, independientemente de que la condición de atleta es perfectamente compatible con la de ama de casa y con el ejercicio de sus labores. Pregunto: ¿en el supuesto de haber recibido esa información en tiempo y forma, la habrían rechazado?.
(Faca: me parece muy bien que opines, eso es democracia y libertad. Un cordial saludo para ti).