El orgullo de los vecinos de Realengo.- Los habitantes de las ciudades, villas y aldeas de estos lugares se consideraban jurídicamente libres y sustentaban una notoria actitud de orgullo basada en la ausencia de vínculos señoriales. En estos territorios era el rey el que administraba las funciones legislativa, fiscal y judicial, delegándolas sobre los vecinos de la comunidad, y no interviniendo directamente salvo en casos puntuales.
Algunas villas, como Cantalapiedra fueron puestas a la venta por el rey, pero los vecinos reaccionaron firmemente aplicando el derecho de tanteo y retracto y compraron para sí mismos su propio señorío, por lo que se constituyó en “villa de por sí” sin dependencia señorial.
La lucha contra el poder señorial nunca fue unánime, ni en las comunidades urbanas ni en las rurales, porque en cualquier lugar, un elevado número de vecinos estaba vinculado con la casa titular del señorío, ya fuera por haberse criado a su sombra, ya por depender laboralmente del señor o, simplemente, por el miedo al poder de éste, que no tenía escrúpulos en ejercer el soborno y la coacción para defender sus intereses.
De la Hª de Salamanca. (62) Rober
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