Conserva el primer
retablo en el que se emplearon
columnas salomónicas en
España. Se ensambló en 1664 como acto de desagravio para albergar un lienzo de la Inmaculada que había sido ultrajado ese mismo año al ser el rostro de la
Virgen rajado con un puñal por un opositor al Dogma de la Inmaculada Concepción de María.