En 2010, después de muchos años sin acudir a Salvatierra, al llegar a este rincón del pueblo me pareció que el tiempo se había detenido. El lugar estaba igual que cuando siendo niño acudía a la escuela, eran los primeros años de la década de los sesenta, desde entonces no me había acercado al lugar. Ahí jugábamos a fútbol o al pañuelo; desde allí se contemplaba el espectáculo de la sierra de Candelario nevada durante el invierno. ¡Entonces había niños!