En otros tiempos era prácticamente la única forma que se tenía para conocer la hora y medir los tiempos. Dado que no todo el mundo podía tener un reloj de sol a mano, lo más usual era que a través de las campanas de la iglesia se informara a las gentes de las horas y acontecimientos más importantes.
Con el toque de campana se informaba a los habitantes del pueblo de distintos acontecimientos: la muerte, si era día de fiesta, se hacían llamadas de socorro, etc. Pero quizá los toques más importantes y diario eran los del ángelus, que se hacían al amanecer, a mediodía para indicar la hora de comer y al atardecer para comunicar que se había acabado la jornada de trabajo y era la hora de rezar.
El encargado de dar los toques era el sacristán, que por este menester era retribuido.
Con el toque de campana se informaba a los habitantes del pueblo de distintos acontecimientos: la muerte, si era día de fiesta, se hacían llamadas de socorro, etc. Pero quizá los toques más importantes y diario eran los del ángelus, que se hacían al amanecer, a mediodía para indicar la hora de comer y al atardecer para comunicar que se había acabado la jornada de trabajo y era la hora de rezar.
El encargado de dar los toques era el sacristán, que por este menester era retribuido.