Al final de la calle enrollada, a modo de ventana, aparece la única puerta que se ha conservado y que fue uno de los accesos a la localidad amurallada de otros tiempo. Este camino conducía a la parte más productiva del término municipal de la villa: la vega del río Tormes. Después de la construcción del pantano y el anegamiento de las mejores tierras por el agua embalsada, este este camino y el puente que conducía al otro lado del río, por donde quedan un buen trozo del territorio de Salvatierra, desapareció. Traspasada la puerta, lo que nos queda es un magnífico mirador sobre las aguas embalsadas, donde además del remanso líquido podemos contemplar la sierra de Candelario y otros lugares allende el embalse.