En otra época lo antiguo, el patrimonio heredado del pasado no era valorado en nuestros pueblos ni en nuestro país, salvo raras excepciones en las que la Administración se implicaba (por ejemplo, Catedrales o similares) o algún particular que tenía cierta sensibilidad, evitaba el expolio de monumentos, archivos, etc. En el caso de esta fortaleza fronteriza de San Felices, estuvo a punto de ser trasladada piedra a piedra a Estados Unidos, sin embargo el aprecio, dedicación, la convicción y el empeño de uno de los vecinos del pueblo, D. Ángel de Dios, que lo adquirió en 1924 por 33.000 reales, lo salvó de su desmantelamiento y traslado al otro lado del océano, con la consiguiente pérdida de un legado de nuestra historia y un patrimonio que a todos corresponde proteger.