La conducta del sabio es como el agua: carece de sabor, pero a todos complace; carece de color, pero es bella y cautivadora; carece de forma, pero se adapta con sencillez y orden a las más variadas figuras.
Cuando Dios borra, es que va a escribir algo.
El más valiente es el primero en pedir disculpas, el más fuerte es el primero en perdonar, el más feliz es el primero en olvidar.