Cuantas generaciones de mujeres dejaron su salud en estos
lavaderos en los que de rodillas, sobre la tajuela, hacían la colada para la
familia o para otras personas. A la intemperie, hiciera frío o calor, lloviera, nevara, con
niebla o con sol, a lo que habría que unir la humedad propia del lugar, siempre alguien tenia que acudir al lugar a lavar la ropa. Siempre me ha extrañado que estos lugares no estuvieran cubiertos que protegieran a las lavanderas, ni tan siquiera, como es el caso, disponían
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