Con referencia a la intervención 2005-07-12 21:12:38 siento decir, a riesgo de chafar un poco la satisfacción de la interviniente, que dudo mucho de que el Ayuntamiento que regía el pueblo en 1931, fuera realmente republicano. Tampoco monárquico.
En aquella fecha yo no podía ciertamente captar los sentimientos de la gente; sólo tenía seis años. Pero por lo que pude observar años más tarde la designación de concejales no se hacía por ideología de los designados, que nadie las tenía, sino por la nombradía y prestigio que cada uno tenía entre los convecinos. De monarquías, repúblicas y dictadura sabíamos bien poco y nos interesaba menos.
De hecho los concejales, seis en total, que constituían los sucesivos ayuntamientos, la mayor parte repetían en las sucesivas corporaciones. Podían variar el alcalde y el teniente de alcalde, pero los demás seguían siendo los mismos. Tío Elías, tío Santiago, tío Domingo, tío Tomás, tío Colás, tío Lorenzo, tío Antón, etc. Fueron concejales antes y después del 36.
Una cierta efervescencia política sí hubo en las elecciones de Febrero del 36, pero fue debida, sobre todo, a la propaganda externa. Los socialistas dejaron correr el bulo de que nadie que no votara a sus candidatos podía entrar a comprar nada en Porteros, algunas de cuyas partes se ponían a la venta por entonces. Los comunistas prometían becas para los hijos de quienes les votaran. No recuerdo que promesas pudieron haber hecho las derechas, aunque los nombres de Gil Robles y de. Cándido Casanueva, que era dueño de la finca de Rabida, junto al Baldío, sonaban mucho.
Casi todo el pueblo votó a los socialistas, creyéndose lo de Porteros, . Unos siete a los comunistas. Muy pocos a las derechas y eso los familiares de alguien que lo había pasado muy mal con ocasión de la recolección al tener que recoger la cosecha a la vez que atender a su esposa gravemente enferma a causa de un mal parto, y a su hija recién nacida y a quien por presión de los sindicatos de izquierda no le permitían contratar jornaleros de fuera del pueblo cuando en el pueblo no los encontraba dispuestos a ayudarle.
Con esto el pueblo cobró fama de izquierdista ante las autoridades de Salamanca, tanto que al estallar la sublevación militar tenían previsto llevarse al pueblo dos camiones de guardias civiles y falangistas , dotados hasta con un mortero, para declarar el estado de excepción, creyendo que iban a encontrar resistencia. El Cura y el Secretario se llegaron a Ciudad Rodrigo, donde ya estaban, asegurando que en el pueblo no habría problema ninguno, y explicando las razones de tan alta votación para las izquierdas. Con ello y el cambio del alcalde y el nombramiento de nuevo teniente de alcalde, que por cierto concejal de la anterior corporación como el resto, quedó todo solucionado.
En aquella fecha yo no podía ciertamente captar los sentimientos de la gente; sólo tenía seis años. Pero por lo que pude observar años más tarde la designación de concejales no se hacía por ideología de los designados, que nadie las tenía, sino por la nombradía y prestigio que cada uno tenía entre los convecinos. De monarquías, repúblicas y dictadura sabíamos bien poco y nos interesaba menos.
De hecho los concejales, seis en total, que constituían los sucesivos ayuntamientos, la mayor parte repetían en las sucesivas corporaciones. Podían variar el alcalde y el teniente de alcalde, pero los demás seguían siendo los mismos. Tío Elías, tío Santiago, tío Domingo, tío Tomás, tío Colás, tío Lorenzo, tío Antón, etc. Fueron concejales antes y después del 36.
Una cierta efervescencia política sí hubo en las elecciones de Febrero del 36, pero fue debida, sobre todo, a la propaganda externa. Los socialistas dejaron correr el bulo de que nadie que no votara a sus candidatos podía entrar a comprar nada en Porteros, algunas de cuyas partes se ponían a la venta por entonces. Los comunistas prometían becas para los hijos de quienes les votaran. No recuerdo que promesas pudieron haber hecho las derechas, aunque los nombres de Gil Robles y de. Cándido Casanueva, que era dueño de la finca de Rabida, junto al Baldío, sonaban mucho.
Casi todo el pueblo votó a los socialistas, creyéndose lo de Porteros, . Unos siete a los comunistas. Muy pocos a las derechas y eso los familiares de alguien que lo había pasado muy mal con ocasión de la recolección al tener que recoger la cosecha a la vez que atender a su esposa gravemente enferma a causa de un mal parto, y a su hija recién nacida y a quien por presión de los sindicatos de izquierda no le permitían contratar jornaleros de fuera del pueblo cuando en el pueblo no los encontraba dispuestos a ayudarle.
Con esto el pueblo cobró fama de izquierdista ante las autoridades de Salamanca, tanto que al estallar la sublevación militar tenían previsto llevarse al pueblo dos camiones de guardias civiles y falangistas , dotados hasta con un mortero, para declarar el estado de excepción, creyendo que iban a encontrar resistencia. El Cura y el Secretario se llegaron a Ciudad Rodrigo, donde ya estaban, asegurando que en el pueblo no habría problema ninguno, y explicando las razones de tan alta votación para las izquierdas. Con ello y el cambio del alcalde y el nombramiento de nuevo teniente de alcalde, que por cierto concejal de la anterior corporación como el resto, quedó todo solucionado.