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A primera vista un censo electoral no parece apto, por parcial y por tanto sesgado, para sacar conclusiones extensibles a toda una población.
Sin embargo, bien examinadas las circunstancias que concurren en el censo electoral de Serradilla del Llano de 1916, sobre el que opero, pienso que en cuanto a situación sociolaboral y la cultural sí permiten extrapolación.
En relación a la situación sociolaboral de aquellos años está claro que la población joven y las mujeres, integradas en las respectivas familias, participaban de la situación social y económica de los cabezas de familia, normalmente varones de mayor edad y por tanto censados.
Más discutible resulta la situación cultural, ya que las generaciones jóvenes iban teniendo una creciente escolarización, y por tanto mayor nivel cultural. Pero por el contrario la población femenina adulta tenía, con toda seguridad, un menor nivel educativo. Es bien conocida la tendencia, en aquellos años, de una negligente escolarización de las chicas frente a los chicos. Creo por tanto, que tales discrepancias quedarían compensadas, siendo válida la extrapolación de la situación cultural de los censados a toda la población.
Pues bien, del censo se deduce que en censo había:
70 JORNALEROS, el 49.30% del total censado de los cuales 57 (81.43%) no sabía leer ni escribir. Si sabían 13, es decir, el 18.57%
58 LABRADORES, el 40.85%. Sólo 8 (13.79%) no sabían leer ni escribir, y sí 50, es decir, 80.21%
10 PASTORES de los que 9 (90.00%) no sabían leer ni escribir y sólo 1 (10.00%) sí sabía.
Los cuatro restantes (1 HERRERO, 1 MONTARAZ, 1 PáRROCO Y 1 SECRETARIO) tenían un mejor nivel cultural, especialmente los dos últimos.
A la vista de este panorama se podría argüir que la cultura favorece el ascenso sociolaboral; pero también, a la inversa, que el mayor nivel sociolaboral favorece la escolarización. Estimo que ambas conclusiones son ciertas a nivel individual; pero ¿en qué proporción lo son a nivel general?
Sin embargo, bien examinadas las circunstancias que concurren en el censo electoral de Serradilla del Llano de 1916, sobre el que opero, pienso que en cuanto a situación sociolaboral y la cultural sí permiten extrapolación.
En relación a la situación sociolaboral de aquellos años está claro que la población joven y las mujeres, integradas en las respectivas familias, participaban de la situación social y económica de los cabezas de familia, normalmente varones de mayor edad y por tanto censados.
Más discutible resulta la situación cultural, ya que las generaciones jóvenes iban teniendo una creciente escolarización, y por tanto mayor nivel cultural. Pero por el contrario la población femenina adulta tenía, con toda seguridad, un menor nivel educativo. Es bien conocida la tendencia, en aquellos años, de una negligente escolarización de las chicas frente a los chicos. Creo por tanto, que tales discrepancias quedarían compensadas, siendo válida la extrapolación de la situación cultural de los censados a toda la población.
Pues bien, del censo se deduce que en censo había:
70 JORNALEROS, el 49.30% del total censado de los cuales 57 (81.43%) no sabía leer ni escribir. Si sabían 13, es decir, el 18.57%
58 LABRADORES, el 40.85%. Sólo 8 (13.79%) no sabían leer ni escribir, y sí 50, es decir, 80.21%
10 PASTORES de los que 9 (90.00%) no sabían leer ni escribir y sólo 1 (10.00%) sí sabía.
Los cuatro restantes (1 HERRERO, 1 MONTARAZ, 1 PáRROCO Y 1 SECRETARIO) tenían un mejor nivel cultural, especialmente los dos últimos.
A la vista de este panorama se podría argüir que la cultura favorece el ascenso sociolaboral; pero también, a la inversa, que el mayor nivel sociolaboral favorece la escolarización. Estimo que ambas conclusiones son ciertas a nivel individual; pero ¿en qué proporción lo son a nivel general?