¿tienes una peluquería?

SERRADILLA DEL LLANO: Conté yo aquí en la primera etapa de este foro, dos...

Conté yo aquí en la primera etapa de este foro, dos tremendas pelea por celos acaecidas en las cercanías de esta plaza. Una animal, de dos toros por la supremacía en la manada. La otra humana entre dos mozos y sus numerosos partidarios, por las preferencias de una garrida moza a la que ambos pretendían. Esta no tuvo excesivas consecuencias; sólo algunas contusiones y golpes. Algunas chicas mostraron su extrañeza y les parecía inverosímil una cosa así.
¿Han cambiado tanto los sentimientos en cuestiones de amor entre los jóvenes de hoy?. Pues escuchen la narración poética que nuestro medio paisano D. Elías Miguel Gutiérrez, nieto de tío Silverio y tía Genia, hace de otra contienda por cuestiones semejantes y de más trágicas con secuencias, acaecida en la otra Serradilla.
Quienes conozcan el escenario del suceso convendrán conmigo en su magnífica descripción y la inspirada narración del hecho.
CODO CON CODO.
La luna sobre los montes
luce su media cintura
y en la vega, junto al río,
duermen los huertos su fruta.
Los perales y manzanos,
en el clarear de la luna,
con un leve vientecillo
se mecen en suave cuna;
y los frutos, aunque verdes,
se dan besos con ternura
que el amor, aún siendo niño,
jugando a novios madura.
Lejos, al fondo del valle,
donde el río hace la curva,
acosado por los celos,
un perro en la noche aúlla,
mientras el reloj del cielo
da rienda suelta a la una...
...........
Dos jinetes en la noche,
a caballo, sin montura,
cruzan el puente de piedra
de romana arquitectura.
Chispas del suelo levantan
al golpear las herraduras
y se estremece la noche
envuelta en su calentura.
Es una noche de agosto
y ni grillos se barruntan;
sí hay luciérnagas, que ponen
su brillantez diminuta
en los cercos de los huertos
hechos con las piedras duras.
El prado “Valdelanava”
duerme en su lecho de plumas
y a estas horas de la noche
sólo hay atadas dos mulas...
.......
Llegaron los dos jinetes
al prado que, en su verdura,
parece alfombra dispuesta
a una amorosa aventura.
Se bajan de las dos jacas
dejadas a su andadura,
y empuñan sendas navajas
que relucen a la luna...
Que cuentas tengan pendientes,
o si es de amor su locura,
no es fácil averiguar,
no dicen palabra alguna.
Se han quitado las camisas
y con sus carnes desnudas
se buscan el uno al otro
con las navajas de punta.
Hay saltos de tiburón
sobre la hierba menuda
y en silencio y jadeando,
el uno al otro se buscan...
Un grito rompió la noche
agujereando la luna
y un mozo, bañado en sangre,
se dobló por la cintura.

El otro mozo subió
sobre su cabalgadura
encaminándose al pueblo
con la navaja aún desnuda.
Lejos, al fondo del valle,
donde el río hace la curva,
no pudiendo con los celos,
el perro más fuerte aúlla...
.....
Al llegar el nuevo día,
el sol reemplazó a la luna,
en la plaza se comenta
la singular aventura:
cómo un mozo mató a otro
celoso de su ventura.
Y una moza pesarosa,
seguramente sin culpa,
llora por el mozo muerto
y al vivo no verlo jura,
que ha roto su corazón
y el corazón no se cura.

En la torre las campanas
doblan lentas, sin premura;
y, abajo, en el cementerio,
Espera una sepultura.

Codo con codo, otro mozo,
va preso de su amargura...