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SERRADILLA DEL LLANO: NAPOLEÓN Y SERRADILLA DEL LLANO...

NAPOLEÓN Y SERRADILLA DEL LLANO

Es noticia conocida que Ciudad Rodrigo conmemora éste verano de 2010 el 200 aniversario de Los Sitios.

Coincidiendo con éste evento, fluye a mi memoria una historia que me contaba mi padre de pequeña y que a él contaron sus abuelos. Hoy quiero compartirla con mis paisanos.

Conoceréis la historia del asedio al que fue sometida la comarca de Ciudad Rodrigo por las tropas invasoras de Napoleón y la batalla que contra ellas se libró ayudados por tropas inglesas y portuguesas. También es bastante probable que muchos de vosotros, desconozcáis los sucesos que vivió nuestro pueblo, Serradilla del Llano, en aquel momento histórico.

Existió una fecha indeterminada, en la que el pánico invadió a nuestro pueblo. Algún cabrerillo que andaba con la cabrá, por las laderas de Los Gorronales o por los riscos del camino de La Barquesera divisó a lo lejos una enorme polvareda, oculto en ella un batallón del ejército francés avanzaba río arriba y en dirección al pueblo. Como es natural, se apresuró a dar la alarma entre la población.

Para cuando las tropas asomaron por Las Naillas, nuestros mayores habían desaparecido de calles y campos y abandonado sus quehaceres escondiéndose donde pudieron.

Buena parte de los habitantes de la calle Bajera se refugiaron en el Prahondo que por entonces estaba baldío y lleno de cardos de gran altura. Desde ese refugio les sintieron pasar por la calleja de Los Nogales, allí pasaron la noche muertos de miedo y ateridos de frío, a la espera de que abandonaran el pueblo.

La tropa, seguramente escasa de provisiones, saqueó y acaparó todos los víveres que encontró a su paso y arreó rebaños enteros. En el pueblo sólo quedó una vaca de la buyá que se escapó durante la retirada, desde La Encina Alta, porque estaba recién parida y su cría había quedado atrás.

No hay constancia de que hubiera víctimas humanas. Sí una anécdota a reseñar, una mujer que había ido a recoger leña a La Dehesa se puso de parto y hubo de dar a luz escondida en el hueco de una encina.

Mi deseo es que éste relato sirva como pequeño homenaje a nuestros sufridos antepasados, en éste 200 aniversario. Un abrazo para todos, nos vemos.

Firma: Ana García Lázaro
Julio de 2010

NAPOLEÓN Y SERRADILLA DEL LLANO
Versionado por Álvaro Renilla García

Conmemorando el 200 aniversario de Los Sitios, voy a contar la historia acaecida en Serradilla del Llano durante aquellas fechas.
Se conoce que, tal y como cuentan los ancianos, un pastor andaba con sus cabras, más o menos por las laderas de Los Gorronales o por los riscos del camino de La Barquesera, cuando divisó un batallón del ejército francés avanzando río arriba y en dirección al pueblo con las mismas intenciones que pudiese tener un hijo de mala madre. A esto respondió el pastor regresando al pueblo todo lo rápido que pudiese; no sé si iría con o sin sus cabras, pero de seguro se acordó del Altísimo en esos desdichados momentos bien para pedirle que le tuviese en su gloria o para maldecirle todo lo alto que permite la voz humana.
Y así llego el pastor, dando la voz de alarma mientras maldecía o rezaba y haciendo cundir el pánico entre los lugareños, que huyeron despavoridos como un cochino desearía huir de una matanza. A eso aparece el ejército francés asomando por Las Naillas, descendiendo entre el estruendo de sus pasos y el vandalismo al que uno se entrega en la guerra y que ahora enturbiaba sus mentes convirtiéndoles en canallas malnacidos.
Mientras, nuestros antepasados, temiendo por su miserable vida de campesino mal pagado, contenían el aliento; y los que más lo contenían eran los habitantes de la calle Bajera que, ocultos en el Prahondo, que por entonces estaba baldío y lleno de cardos de gran altura, les sintieron pasar por la calleja de Los Nogales con el corazón encogido y rezando por sus vidas.
El ejército francés entró en el pueblo, seguramente maldiciendo no poder llevar a cabo crímenes de violación y asesinato tan típicos de la guerra debido a la cobarde pero muy sensata huida de los campesinos, y los canallas, malditos, asesinos y deshonrados de los soldados saqueaban campos, provisiones y ganado con la única intención de alimentar sus agotados y maldecidos cuerpos.
Y en el Prahondo siguieron conteniendo el aliento toda la noche, muertos de miedo y ateridos de frío mientras preguntaban en silencio “ ¿Por qué a mí?”.
Cuando los malditos siguieron su marcha a través de La Dehesa pasaron junto a un árbol, y ese árbol tenía un hueco, y en ése hueco había una mujer escondida a la que los acontecimientos la habían pillado recogiendo leña. Resulta que la mujer estaba embarazada y rompió aguas en el momento menos oportuno. Imagináosla ahí, intentando tener el parto más silencioso posible, intentando no gritar por el dolor del parto y rezando porque su bebé no llorase mientras una panda de canallas conocidos como “un batallón francés” pasaba a pocos metros del árbol en cuestión.
La cobardía y el miedo resultaron ser útiles, pues nadie murió y nuestros antepasados se salvaron. Sin embargo, esto de nada servía debido al saqueo de alimentos pero, gracias a Dios, sobrevivió una vaca que se escapó durante la retirada, desde La Encina Alta, porque estaba recién parida y su cría había quedado atrás. Gracias a esto, algunos de nuestros antepasados siguieron repartiéndose la leche de la vaca.

Álvaro Renilla García
Julio de 2010