Nunca fue plaza, sino "era", fuera de servicio. Había sido propiedad de un tal Lucío, nombre que me intrigó durante mucho tiempo, creyéndolo mote o algo parecido,
Mariano, que era memoria viva de muchos acontecimientos, me sacó de mis dudas. Era nombre propio, masculino de Lucía, más usual.
Murió sin descendencia y la donó a la Iglesia. Debió salir a la venta y la adquirieron, a partes iguales, Tío Antón el del Turuñuelo y su primo Tio Manuel el Herrero.
La mitad próxima a las casas, para tio Antón, por la proximidad a su vivienda; la próxima a la carretera, para tio Manuel, que tenía otra era lindante, hoy ocupada por la casa de Maudilio y Juana.
Como ambos tenían otras eras mejores, no fueron utilizadas. Mientras tuvieron hierba, allí se celebraban los bailes en las tardes de los domingos, cuando el tiempo era bueno.
Parece que allí se había formado un gran círculo con hierba de distinto color. Nadie sabía explicar la causa, y los mayores comenzaron a contarle a los críos que era el "Corro de las Brujas", donde por las noches se reunían éstas bailando alrededor del Macho Cabrío, (el diablo), a quien adoraban.
Como era un amplio espacio sin estorbo, allí empezaron a reunirse las cabras antes de que los cabreros las recogieran para llevárselas a pastar. Esto terminó con la hierba dejando al descubierto la roca.
Los dueños lo consentían, sobre todo tio Antón, porque luego barría las "cagarrutas" para sus huertos.
Durante la guerra civil, cada 15 días, se reunían allí todos los ganados para que los de la "Requisa" eligieran los animales, suficientemente gordos, para alimento del ejército. Como lo pagaban bien, en general no había protestas
A la muerte de sus dueños pasaron a manos de sus herederos, todos residentes fuera del pueblo. La de tio Manuel, a su hija Mercedes, casada con un tal Vicente, que en aquellas fechas era arrendatario de un dehesa en Pedro Toro; la de tio Antón, a sus hijas Josefa y Griselda, residentes y casadas ambas en Serradilla del Arroyo.
Esto acentuó la impresión de solar sin dueño, por lo que el ayuntamiento, en tiempos del alcalde Urbano, intentó apoderarse de parte para hacer calle hacia el cementerio. Naturalmente se opusieron los dueños a cederlos sin contrapartida. La discusión, que presencie, fue tempestuosa y, en cierto modo, cómica. Al fin el Ayuntamiento, sabiendo que la situación iba a proseguir por tiempo tal cual, desistió de sus propósitos.
Las partes de Josefa y Griselda fueron finalmente vendidas para viviendas y como a los compradores interesaba la calle, siendo ya alcalde Arcadio, cedieron la parte que les correspondía.
Ignoro como se resolvió, si es que se resolvió, la parte propiedad de Mercedes, o si ésta sigue siendo propietaria de la parte libre visible en la foto
Mariano, que era memoria viva de muchos acontecimientos, me sacó de mis dudas. Era nombre propio, masculino de Lucía, más usual.
Murió sin descendencia y la donó a la Iglesia. Debió salir a la venta y la adquirieron, a partes iguales, Tío Antón el del Turuñuelo y su primo Tio Manuel el Herrero.
La mitad próxima a las casas, para tio Antón, por la proximidad a su vivienda; la próxima a la carretera, para tio Manuel, que tenía otra era lindante, hoy ocupada por la casa de Maudilio y Juana.
Como ambos tenían otras eras mejores, no fueron utilizadas. Mientras tuvieron hierba, allí se celebraban los bailes en las tardes de los domingos, cuando el tiempo era bueno.
Parece que allí se había formado un gran círculo con hierba de distinto color. Nadie sabía explicar la causa, y los mayores comenzaron a contarle a los críos que era el "Corro de las Brujas", donde por las noches se reunían éstas bailando alrededor del Macho Cabrío, (el diablo), a quien adoraban.
Como era un amplio espacio sin estorbo, allí empezaron a reunirse las cabras antes de que los cabreros las recogieran para llevárselas a pastar. Esto terminó con la hierba dejando al descubierto la roca.
Los dueños lo consentían, sobre todo tio Antón, porque luego barría las "cagarrutas" para sus huertos.
Durante la guerra civil, cada 15 días, se reunían allí todos los ganados para que los de la "Requisa" eligieran los animales, suficientemente gordos, para alimento del ejército. Como lo pagaban bien, en general no había protestas
A la muerte de sus dueños pasaron a manos de sus herederos, todos residentes fuera del pueblo. La de tio Manuel, a su hija Mercedes, casada con un tal Vicente, que en aquellas fechas era arrendatario de un dehesa en Pedro Toro; la de tio Antón, a sus hijas Josefa y Griselda, residentes y casadas ambas en Serradilla del Arroyo.
Esto acentuó la impresión de solar sin dueño, por lo que el ayuntamiento, en tiempos del alcalde Urbano, intentó apoderarse de parte para hacer calle hacia el cementerio. Naturalmente se opusieron los dueños a cederlos sin contrapartida. La discusión, que presencie, fue tempestuosa y, en cierto modo, cómica. Al fin el Ayuntamiento, sabiendo que la situación iba a proseguir por tiempo tal cual, desistió de sus propósitos.
Las partes de Josefa y Griselda fueron finalmente vendidas para viviendas y como a los compradores interesaba la calle, siendo ya alcalde Arcadio, cedieron la parte que les correspondía.
Ignoro como se resolvió, si es que se resolvió, la parte propiedad de Mercedes, o si ésta sigue siendo propietaria de la parte libre visible en la foto