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SERRADILLA DEL LLANO: Una de las pruebas claras sobre la existencia en n...

Una de las pruebas claras sobre la existencia en n uestro pueblo de una ermita dedicada al Santo Cristo del Buen Consejo, la tenemos en la partida de defunción de Domingo Hernández del libro de difuntos de 1716 a 1786, pg. 46, en la que que se lee: "y otra (misa) en el altar del Santo Cristo que se venera en la ermita del término de dicho lugar". Se determina también su enterramiento “junto al altar del Cristo dela iglesia del lugar”.

En la primera iglesia se venía hablando de tres altares, por ejemplo, en Pag. 1 del citado libro, en la Partida de Juana Roncero [Roncera, dice la partida], año 1717, se puede leer “ítem dexotras tres en los tres altares dista iglesia”, expresión que en un más correcto castellano suele repetirse prácticamente en todas las partidas que le siguen.
¿De qué altares podría tratarse? En la Pg, 11, partida de María Rubio, [pone Rubia], se dice expresamente. “ítem mando una misa a Santa Catalina Patrona de este dicho lugar, más otra misa a Nuestra Señora del Rosario de dicha Iglesia y otra al Sr. San Marcos de dicha Iglesia”, lo que no parece casar con la noticia dada al principio de un altar al Cristo en la Iglesia del lugar.
Que algunas paredes de esta primera iglesia no estaban en buen estado lo dice el Sr. Licenciado Don Alonso Janato Molano, “Visitador de la Ciudad y su Obispado” en el acta de su visita, pg. 15 y siguientes; manda que se reparen a la mayor brevedad posible con cargo a los diezmos de la cilla (granero) de la iglesia del lugar. Exige, además, las cuentas de las limosnas de los devotos para reedificar la ermita del Cristo y manda que en adelante se lleve en un cuaderno la relación de tales limosnas. Año 1731
El encargo de las misas en los tres altares y la misa al Santo Cristo, más la larga retahíla de misas encargadas a diversas Cristos, Vígenes y Santos de diversos pueblos y conventos se repite monótonamente a lo largo del libro, con alguna que otra nota diferencial. Así en la pg. 38, Domingo Rubio Atilano “dexa de limosna 300 reales de vellón para dorar el retablo de Ntra Sra”
En la pg. 55, partida de María García, una nota hace surgir la duda de si en 1770, el Santo Cristo ha sido o no trasladado a la iglesia, porque se lee. “ítem [lo mismo] en cada altar de dicha iglesia una misa y otra al Santísimo Cristo del Buen Suceso en dicha parroquia”. Me extraña, además, que en sucesivas partidas se mencione las misas en los alteres pero ya no la misa al Cristo de Buen Suceso, ¿Se había trasladado ya el Cristo desde la ermita, quizá derruida, a la Iglesia Parroquial? ¿Se estaba modificando la iglesia anterior? Hay un indicio en la pg. 69, año 1780, en la que Úrsula García habla de “cuatro (misas) en los altares de dicho lugar y, a poco, en 1781, pg. 70, José Hernández ya encarga “una misa en cada uno de los altares que son cinco”
Queda claro que a fecha 1 de septiembre de 1781 se ha efectuado ya alguna reforma con aumento de los altares existentes, de tres a cinco. ¿Es uno del Cristo, trasladado desde la antigua ermita?
Opino que sí y que por ello el encargo de misas al Santísimo Cristo del Buen Suceso, tan frecuentes antes, desaparezcan al quedar subsumidas en el encargo de misas en los cinco altares, uno de ellos del Cristo. Dichos altares serían los que existieron hasta la reforma tras el Vaticano II en los años 1970. Tales altares estaban tres en el presbiterio, de izquierda a derecha: Santa Catalina, Santo Cristo y San Marcos; dos fuera, en los ángulos que formaban el arco trasversal que separaba la zona del presbiterio, quizá la Capilla Mayor que se cita para algunos enterramientos, del resto de la iglesia. A la izquierda el altar a Ntra Sra del Rosario y a la derecha, el altar del Cristo de la Vera Cruz, cuyo crucifijo era portado en los entierros por alguno de los miembros de la Cofradía de dicho nombre, a los que todos los cofrades debían asistir con capa negra y vela, bajo apercibimiento de multa en velas para el arca de la Cofradía.
Aún celebradas misas en los cinco altares, y por tanto una al Santo Cristo y otra a la Virgen del Rosario, en ocasión es vuelven a encargarse otras más al Santo Cristo, o a la Virgen del Rosario, explícitamente mencionadas.
Dejo para nueva intervención la prueba contundente de que el altar del Cristo, como yo muchos conocimos antes de la última reforma, no pudo proceder del Convento de Porteros, como algunos suponían, como tampoco los de la Virgen del Rosario o la del Cristo de la vera Cruz, ya existentes en las primeras iglesias, como se ha probado antes.