Las
vacas tienen un buen oido y son muy sensibles a los sonidos agudos; de hecho son capaces de percibir sonidos de frecuencias altas inaudibles para nosotros (mientras que nosotros podemos percibir sonidos de frecuencias de hasta 3.000 Hz ellas son sensibles a sonidos de 8.000Hz [12][13]). Al igual que sucede con las
sombras o los sobresaltos, el ruido repentino les provoca estrés [14] -mientras que la
música a un volumen moderado reduce su miedo-.