El barro tiene propiedades refrescantes, antiinflamatorias y cicatrizantes porque está constituido de minerales existentes en el agua y la tierra y porque contiene oligoelementos (componentes químicos indispensables para el crecimiento y ciclos reproductores de plantas, animales y seres humanos).
Cuando se evapora el
agua de su estructura, el barro se transforma en un elemento libre de contaminación y con las cualidades de tonificar, desinfectar, hidratar, estimular, pulir y depurar la piel.
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Así ha sido desde tiempos inmemoriales. Debido a esto es que, antiguamente, era utilizado por griegos,
romanos, árabes y otras civilizaciones para el tratamiento curativo de distintas enfermedades.