Isidro y un servidor hacemos un alto en el
camino, según bajamos de EL LLANO. Nos paramos en la
charca que, casualmente, tiene
agua, por las
aguas torrenciales habidas hacia quince días. En ella vemos como los surcos del arroyo avanza con su zig-zag.
Al fondo, isidro, que nos ha deleitado con una matinal magnífica
RODRÍGUEZ PEÑA