El sol ilumina radiante el
Campo Charro. Al
atardecer, en los dulces
paseos, se ven espléndidas puestas del sol. Se marcha radiante, vestido en oro, en ocasiones rojizo, como si arrojara óxdo de hierro.
Sus
campos se iluminan de destellos y haces de resplandores, como dulce y amigable despedida es premonición que al día siguiente volverá con más fuerza.
Le da paso a ala luna, para luego coger el relevo, al
amanecer y seguir dando luz, exceso de calor... ¡Qué bien nos vendría una
piscina ¡
RODRÍGUEZ PEÑA