y el silencio de las noches en la inmensa soledad,
y el hevir de los calderos en las lumbres polvorosas
y el llover de los abismos en las noches tenebrosas,
y el ladrar de los mastines en la densa oscuridad.
Yo quisiera que la musa de la gente campesina
no durmiese en las entrañas de la vieja hueca encina
donde, herida por los tiempos, hosca y brava se encerró,
Yo quisiera que las puntas de sus alas vigorosas
nuevamente restallaran en las frentes tenebrosas
de esta raza cuya sangre la codicia en verano.
Yo quisiera que encubriesen las zamarras de pellejo
pechos fuertes son ingenuosos corazonez de oro viejo
penetrados de la calma de la vida montaraz.
Yo quisiera que en el culto de los montes abreviados,
sacerdotes de los montes, ostenteran sus gayados,
como simbolos de un culto, como centros de ls paz
Yo quisiera que vagase por los rusticos asilos,
no la casta fabulosa de fantásticos Batilos
que jamaás en la majadas de mismontes habitó,
sino aquella casta de hombres vigorosos y severios
más leales que matines, más humildes que corderos,
más esquivos que lobatos, ¡más poetas ¡ay! que yo!
¡Más poetas! los que miran silenciosos hacia Oriente
y saludan a la aurora con la estrofa balbuleante
que derraman, sin saberlo, de la gaita pastoril,
son los hijos naturales de la musa campesina
que les dicta mansamente la tonada matutina
con que sienten las auororas del sereno mes de abril.
¡Más poetas, más poetas! los artistas inocentes,
que se sientan por las tardes en las peñas eminentes
y modulan, sin quererlo, melancolicos cantar.
Son las almas empapadas en la rica poesisa
melancólica y suave que destila la agonia
dolorida y perezosa de la luz crepusculas.
¡Más poetas, más poetas! los que riman sus sentires
cuando dentro de las almas cristalizan en decires
que en los senos de los campos se derraman sin querer.
Son los hijos elegidos que desnudos amamamnta
la pugante brava musa que al oido sólo canta.
las sinceras efusiones del dolor y del placer
¡Más poetas,! los que viven la feliz monotonía
no frenéticos espasmos de placer y de alegría
de los cuales las enfermas pobres almas van en pos,
han saltado, sin saberlo, sobre todas las alturas
y serenos van cantando por las plácidas llanuras
de la vida humilde y fuerte que cantando van hacia Dios.
¡Que reviva, que rebulla por mis chozos y casetas
la castiza vieja raza de selváticos poetas
que la vida buena viviero y rimaron el vivir!
Que repueblen las campanas de la clásica comarca
los pastores y vaqueros de mi abuelo el patriarca
que con ellos tuvo un día la fortuna de morir!
Fdº. Juan Martín Martín
y el hevir de los calderos en las lumbres polvorosas
y el llover de los abismos en las noches tenebrosas,
y el ladrar de los mastines en la densa oscuridad.
Yo quisiera que la musa de la gente campesina
no durmiese en las entrañas de la vieja hueca encina
donde, herida por los tiempos, hosca y brava se encerró,
Yo quisiera que las puntas de sus alas vigorosas
nuevamente restallaran en las frentes tenebrosas
de esta raza cuya sangre la codicia en verano.
Yo quisiera que encubriesen las zamarras de pellejo
pechos fuertes son ingenuosos corazonez de oro viejo
penetrados de la calma de la vida montaraz.
Yo quisiera que en el culto de los montes abreviados,
sacerdotes de los montes, ostenteran sus gayados,
como simbolos de un culto, como centros de ls paz
Yo quisiera que vagase por los rusticos asilos,
no la casta fabulosa de fantásticos Batilos
que jamaás en la majadas de mismontes habitó,
sino aquella casta de hombres vigorosos y severios
más leales que matines, más humildes que corderos,
más esquivos que lobatos, ¡más poetas ¡ay! que yo!
¡Más poetas! los que miran silenciosos hacia Oriente
y saludan a la aurora con la estrofa balbuleante
que derraman, sin saberlo, de la gaita pastoril,
son los hijos naturales de la musa campesina
que les dicta mansamente la tonada matutina
con que sienten las auororas del sereno mes de abril.
¡Más poetas, más poetas! los artistas inocentes,
que se sientan por las tardes en las peñas eminentes
y modulan, sin quererlo, melancolicos cantar.
Son las almas empapadas en la rica poesisa
melancólica y suave que destila la agonia
dolorida y perezosa de la luz crepusculas.
¡Más poetas, más poetas! los que riman sus sentires
cuando dentro de las almas cristalizan en decires
que en los senos de los campos se derraman sin querer.
Son los hijos elegidos que desnudos amamamnta
la pugante brava musa que al oido sólo canta.
las sinceras efusiones del dolor y del placer
¡Más poetas,! los que viven la feliz monotonía
no frenéticos espasmos de placer y de alegría
de los cuales las enfermas pobres almas van en pos,
han saltado, sin saberlo, sobre todas las alturas
y serenos van cantando por las plácidas llanuras
de la vida humilde y fuerte que cantando van hacia Dios.
¡Que reviva, que rebulla por mis chozos y casetas
la castiza vieja raza de selváticos poetas
que la vida buena viviero y rimaron el vivir!
Que repueblen las campanas de la clásica comarca
los pastores y vaqueros de mi abuelo el patriarca
que con ellos tuvo un día la fortuna de morir!
Fdº. Juan Martín Martín