BALISA: IDENTIDAD...

IDENTIDAD

Sigue, persiste el paisaje de entonces
con la dulzura, el sabor y el encanto
entre cumbres por donde absorbe
la luz y el sin fin de sus colores.
No é si serán las mismas cigüeñas,
conozco, sin embargo, a algunas encinas
que parece no haber pasado el tiempo
por ellas, ¡qué aguante, qué vegetal
milenario, duro y puro de duro!
y sin embargo siempre verde, igual,
inmutable, seco y a la vez fresco
como sigue el recuerdo de la niñez.
Sí, con matorrales alrededor
y también más lejos, pero aquéllas
tienen un vigor como desafiante.
Al lado, “Maraval”, un montón pétreo
pues magia y vida es la naturaleza
y oposición, parece, al fluir del río
allá a lo hondo entre riscos y follaje
por la ribera de espinos y juncos,
todo ello en armonía por las laderas
llenas de plantas de especies diversa.
Sigo identificándome en la tierra,
con ella y con su sobria identidad
y el recto silencio que se siente
con la interacción o comunicación,
con el espíritu que en ella habita.
Las grabadas huellas y referentes
pasan por la memoria, se deslizan,
se alejan o se congelan, según.
Mostradas ante mis ojos compruebo
el poder que ejerce la madre tierra,
el sentido único y diferencial
y cómo exterior e interior se han ido
conformando al unísono, como un todo.