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BALISA: PAISAJE DE BALISA...

PAISAJE DE BALISA
A la altura del “Juncar”, junto al sosegado arroyo
entre el guardalobo o verbascum thapsus,
se ve próximo peñarrubias, la roca de cuarzo.
A su siniestra, la hendidura que hizo el agua
y la escarpadura hasta su corriente.
La rojez parece aflorar entre la vegetación,
bajo la luz reverberante y el profundo silencio.
No sé el por qué de las emociones del alma
se despiertan en este hermoso lugar donde
el trinar de las aves rompen el silencio reinante
en plena nidificación, contagiando su alegría.
El clavado espolón alargado del peñasco
corona su dominio y dispara su emoción
al resto del conjunto natural por él visualizado.
Estamos en primavera, acabando
de cubrir las hojas el paisaje,
los árboles como queriendo tapar el arroyo
del que beben y donde se miran.
La vida bulle en este paraje,
la naturaleza sabe que es mayo
y se crea un elogio evocador
y un aire puro y resplandeciente.
Fuera de este entorno accidentado especial,
el cereal lo maquilla de verde variado todo
que anualmente va y viene y se ondea con el viento.
De la roca al horizonte surge un equilibrio
y un sonido que no suena, sino que
se embellece y transmuta todo en poesía.
Son las propiedades de este mineral
que mueve los chacras e irradia bienestar,
que relaja lo vivo y lo inerte resucita
como salido de un sueño profundo y reparador
a esa atmósfera natural, armónica y festiva.