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BALISA: EL CORAZÓN DE BRONCE...

EL CORAZÓN DE BRONCE
De José Antonio Abella, autor de este poema que sigue y del monumento a la Trashumancia en unas de las rotondas de Segovia.

Somos hijos de héroes que nunca conocieron
su condición de héroes. De hombres que escribían
epopeyas anónimas. De sencillos pastores
que cruzaban montañas con pasos de gigante.
De ellos descendemos. Par3cían de bronce
pero eran de carne, de la materia terca
del dolor y los sueños. Sentían la fatiga,
la sed de los eriales, el hielo de las cumbres,
la ausencia de los suyos. Pero iban alegres
a los pastos de invierno, sin volver la mirada,
la canción en los labios. Después, las noches largas,
los aullidos cercanos, las madrugadas frías
y el rosicler de hembra que tiñe el horizonte
de tibias añoranzas. Otra nueva jornada
para medir la tierra, el corazón, la sangre.
Delante, las ovejas con la cabeza gacha,
las dóciles merinas de cuya lana surgen
catedrales, palacios. Al lado, los mastines
con sus grandes carlancas, vigilantes y fieles
en las lunas de lobo. Encima, el sol, la lluvia,
las noches estrelladas, el cielo prometido.
Y debajo, la tierra, la gravedad oscura
que tira e las piernas sin detener la marcha.
Vivir fue siempre eso: crecer contra la tierra
que tira de nosotros, crecer como los árboles,
ser troncos que caminan, montañas que resisten.
Seguir, paso tras paso. Pasar, dejar la huella
que pronto será polvo…De polvo nos crearon
igual que a las montañas. Somos polvo que sangra.
Y polvo que se yergue, y polvo que trashuma
a dehesas de sueño con rebaños de humo.
Otros hombres hicieron el camino que hacemos.
Nuestra huella se pierde, mas el camino queda.